lunes, 14 de noviembre de 2011

"Visitaciones"

Hay días en que, mi voz, parece no encontrar cabida en oído alguno y, mis pensamientos, pierden su capacidad de conectar con otros mundos distintos a los suyos.
Entonces, la soledad arrecia y me aferro a buscar un tono que pueda descifrarle, a quienes habitan mis espacios, mis necesidades del alma. Pero, ¿será esta voz afónica la que me aísla de los otros? O, ¿será que ni siquiera perciben mi existencia en sus mundos felices?
Cuando pierdo la esperanza de alcanzarlos con mis palabras, callo y recurro a las visitaciones. Y, entrecerrando los ojos, me dejo arrastrar por la nostalgia y, sin falta, los recuerdos aparecen para hacerme compañía.
Para muchos, ellos son como quimeras pero, para mí, son como séquitos frecuentes que me secretean al oído cosas que, a veces, me han sonreír y, otras, me hacen llorar.
Hoy, mis amigos del pasado, me han susurrado palabras sabias de aliento al recordarme, sin prisas ni reproches: “¿Te acuerdas cuando, en aquellos instantes en que aún éramos presente, el miedo te quiso convencer de que el futuro acabaría contigo con dolores más grandes que tus fuerzas?"
Esa “yo”, sin canas ni arrugas, tiene razón en hacerme volver la vista atrás pues, el tiempo ha confirmado que, aunque me llegaron las penurias, ninguna me mató y, hasta hoy, yo sigo viva.
Esa vieja “yo” me ha hecho reír y, más divertido, me ha hecho reírme de mi misma y de mis miedos. Y, ya que el miedo al porvenir ha perdido la batalla, al menos por hoy, descorcho un vino y me entrego por entero al juego de las memorias y el pasado.
Esta noche, juntas, la joven “yo” y la ahora “yo”, encerradas en una burbuja de etílico destello, celebramos mi presente, tan lleno de pasado.
¡Cuántas conversaciones, encendidas de vida, surgen cuando le hablo a mis ayeres! Y, como un visitante desdeñado, mi soledad ha hecho partida.
Son cincuenta y uno, los años que ahora cuento pero, de vez en cuando, me voy de visitaciones a los veintes y a los treintas para estar con mis eternos amigos que, algún día. . . morirán conmigo.

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