viernes, 30 de diciembre de 2011

"Estrechez"

La primera idea que viene a la mente en la mayoría de la gente, al escuchar “estrechez” es, por lo general, de carencias o privaciones. Pero, en mi experiencia, los tiempos en que he vivido en esa condición han sido los que me han traído mayores frutos y experiencia.
Cuando la cama ha sido un espacio reducido, mis esposo y yo hemos dormido más cerca el uno del otro.
Ante un presupuesto estrecho, la solidaridad entre nosotros es más fuerte y, bajo esa circunstancia, los valores, en su escala correcta se acomodan y rigen nuestras percepciones más sabiamente.
Cuando el dinero escasea, la madurez crece al sujetar los deseos desmedidos. El ingenio aumenta y un sentimiento de contentamiento y gratitud surgen para salvaguardar nuestra alegría de estar juntos.
En las casas con menor espacio, aprendimos a ser eficientes y evitar el exceso de contenidos que pudieran saturarlas. El orden, condición indispensable, se volvió una fórmula de austeridad cómoda.
Si el tiempo, ya sea para un viaje o para realizar una meta, es corto, logramos concentrar nuestra energía y focalizar nuestra meta con claridad.
Los caminos estrechos, además de ser más solitarios, requieren de un caminar más cuidadoso y decisiones más sabias. Y, aunque las compañías escasean, las pocas que aún nos quedan son valiosas y especiales.
Y, cuando la salud no abunda, el cuerpo sale ganando pues nuestra atención y cuidados hacia él aumentan.
Pero, sobre todas las cosas, cuando la estrechez llega a mi vida, la fe en Dios se expande en una dependencia abierta, una que pocos entienden pero que, a mí, me regala una paz y certidumbre “más allá de todo entendimiento”.
No, hablar de estrechez, para mí, no es algo negativo. Por el contrario, es uno de los mejores maestros de vida y una de las formas para corregir, de vez en cuando, las deformaciones y desvíos producto de la abundancia y el derroche.

jueves, 29 de diciembre de 2011

"Me di cuenta"

Cuando empiezo mi recuento de fin de año, me voy dando cuenta de que, no me di cuenta que he sido feliz, incluso. . . sin darme cuenta. Y, para colmo, mi hallazgo se extiende a muchos, muchos años.
Al escarbar en el arcón, me topé con varios recuerdos navideños. El más fresco, la visita en Andorra donde, además de disfrutar de la nieve, vimos florecer la amistad con la familia que, seguramente, perdurará por el resto de nuestra vida. Y, no mucho tiempo atrás, vivimos la Navidad en Livingston arropados con la pareja que contamos como parte de nuestro grupo selecto de amigos.
Y, ¡la Navidad en Montreal! El recuerdo de mi hermano y su familia leyendo el pasaje del nacimiento de Jesús, después de un agitado día de esquí, es simplemente inolvidable.
Como en un álbum fotográfico, mi memoria repasó, uno a uno, los momentos especiales y muchos de ellos, con sedes espectaculares y exóticas, hicieron erizar mi piel. Pero, una imagen, pareció repetirse varias veces y, sin embargo, no perdió su efecto emocionante: mis Años Nuevos en familia.
El rostro sonriente de mi esposo, la felicidad desbordante de mis padres al verse rodeados de sus hijos, el placer de mis hijos al reunirse con sus primos y, en los últimos años, el alegre corretear de mis nietos con sus tías más jóvenes, aparecen entre mis memorias como los más deliciosos tiempos de felicidad y, curiosamente, inmersos en el entorno más cotidiano. . . el hogar.
Con muchos años más, añadidos a mis ojos, puedo comprender lo que convirtió a todas esas celebraciones en el mejor de los tiempos. El ingrediente es uno y es simple: vida. Sí, todos mis seres queridos siguen conmigo. Nuestra familia, que jamás ha descontado presencias, sigue sumando miembros y creciendo en amor. Extraño. . . ¿Cómo es que nunca lo noté?
Afortunadamente, aunque he perdido el tiempo para paladear plenamente la felicidad de todos esos momentos, hoy puedo hacerlo en la conciencia de que, todos, aún están aquí y, no sólo eso, muy pronto, a la familia se añadirá un miembro más, un ser humano excepcional y, ¡Justo a tiempo, me doy cuenta, de que soy muy feliz!

martes, 27 de diciembre de 2011

"Divorcios"

Cuando las cosas ya no funcionan, la decisión es impostergable: debo erradicarlas para dar paso a lo nuevo. Y, a cuatro días de un nuevo comienzo, tengo esperando en mi puerta un inevitable divorcio.
Sí, no sólo debo separarme de lo que está estorbando sino, con toda determinación, empacarlo y echarlo fuera de mi vida.
Comenzaré por los recuerdos que, de sólo pensarlos, me pesan en el alma. Así como nadie, en su sano juicio, guarda una cáscara de naranja después de exprimir el sumo, tampoco tiene caso mantener en mi memoria los eventos que tanto dolor me causaron si, ahora, ya me han entregado la enseñanza y experiencia. Así que, ¡adiós malos recuerdos!
También, hoy, me divorcio de la dependencia a relaciones que sólo me han arrastrado a la frustración de la necedad. Necesito dejar atrás la falsa esperanza de poder influenciar su voluntad y aprender a esperar a que, cada uno, aprenda de su error y crezca a través de él.  ¡Adiós a las relaciones inútiles!
Tampoco queda espacio, en mi vida, para las prisas eternas y la fantasía de que puedo hacer caber más actividades en la agenda de las que en realidad puedo atender. Así que, con firmeza, franqueo mi puerta con un “NO” a la sobrecarga de trabajo y doy la bienvenida al “Sentido común”, mi nuevo portero para la entrada de compromisos a mi vida. ¡Adiós, exceso de trabajo!
Otro viejo compañero de viaje, el “Perfeccionismo”, tendrá que ser despachado. El desgaste que me deja nuestra relación amerita un remedio drástico y, la única solución, es nuestro divorcio. Su exigencia y estándar, a lo largo de los años, acumuló un cansancio del que me es difícil sobreponerme. ¡Adiós, perfeccionismo!
Y, para terminar de limpiar mi armario, empaco el enorme bagaje de “expectativas” que guardé, por muchos años, de la gente importante y significativa en mi vida. Después de tantos años, caí en la cuenta de que, entre más tiempo pasa, van pesando más y más lejos está el tiempo de que se cumplan. Si las expectativas se marchan, un enorme espacio queda para la “aceptación” que, por lo que he observado, es infinitamente más ligera y hace fluir las relaciones mucho más. ¡Adiós, falsas expectativas!
El tiempo apremia y el gran día del nuevo comienzo se acerca. Y, con los divorcios necesarios decretados, avanzo ligera al renacimiento anual.

lunes, 26 de diciembre de 2011

"Brisas y aromas"

¡Es inevitable! Una crisis de felicidad me ha picado el alma y, aunque me lo propongo, no puedo evitar la sonrisa  que se ha pasmado en mi corazón. Los recuerdos que, como banco de bruma, me robaron la alegría por tanto tiempo, ahora escampan al calor de una brisa tibia que va colándose por entre los últimos cuadros del calendario.
Este año, tan impregnado de dolor, lágrimas y retos, está llegando a su fin y, sus fragancias de nardos marchitos, están desapareciendo bajo la esencia aromas nuevos, tan frescos, que mi alma se va emborrachando de esperanza.
¡Que lindo es vivir!
Los cambios van entrando un poco a tropezones pero, con tanta vida dibujada, que el suelo de la realidad retumba y se estremece de contento.
¡Que bien me viene el cambio!
Y, aunque en estas nuevas realidades extrañaré algunas cosas del pasado, mis ojos brillan al pensar en la novedad y lo distinto. Ese colorido del tiempo recién estrenado se ve ya muy cerca y, casi con ansiedad, respiro algo más rápido en un intento de acercarlo a mí, ahora mismo.
¡Que emocionante es el futuro!
A veces el funeral de un año puede ser muy placentero y, por demás, necesario. Rescatadas las reliquias de la experiencia, lo demás, es tiempo de echarlo a la fosa del ayer para dar la bienvenida a las brisas del mañana y sus aromas de esperanza.
¡Llega ya! ¡Llega pronto, 2012!

domingo, 25 de diciembre de 2011

"Migajas y papel"

Librado el estrés de una nueva receta para el pavo, las compras de último momento y las misiones encubiertas para los regalos de los niños, la velada navideña dejó el mantel salpicado de migajas y el piso tapizado de papeles rojos, verdes y azules, rasgados por la emoción de ver su contenido.
Entre música que cantaba del nacimiento del Salvador y las risas de los pequeños jugando, las conversaciones se mezclaron de opiniones, historias y oraciones de acción de gracias. ¡Qué bonita es la celebración de Navidad en familia!
Pero, a pesar del deleite de la compañía de nuestros seres amados, este año, la fecha se colmó del más noble sentimiento haciéndola inolvidable: la compasión. Mis nietos, por primera vez en su corta vida, cruzaron el portal que los resguarda de una realidad que, muchos, se empeñan en ignorar y hasta negar.
Con el corazón vibrando, vi las primeras lágrimas en los ojos de mi nieto de cinco años, gotitas de compasión que lo conectaron con los que menos tienen. Y, para mi sorpresa, en vez de huir, esa personita buscó cada oportunidad para estrechar las manos encallecidas y pasar sus bracitos sobre los hombros encorvados de quienes tienen que luchar, muchas veces, contra la enfermedad y el hambre juntas.
En cada entrega, sacando todas sus fuerzas, el pequeñito cargó los bultos con alimentos que, una noche antes, preparamos en familia, aceptando la ayuda de su tío, mi hijo, sólo para sacarlos del auto. El equipo formado por estos dos jóvenes varones recorrió el humilde poblado entregando, no sólo alimentos, sino sonrisas, abrazos y cariño.
“Noche de paz, noche de amor”, sonó la canción ayer por la noche en muchos lugares del mundo pero, en nuestra experiencia familiar, sin duda, fue el legado que la Nochebuena dejó en los corazones de los míos.
Señor Dios, ¡misión cumplida!

sábado, 24 de diciembre de 2011

"Extramuros"

La Navidad, cada año, nos saca de la rutina diaria para entrar a una anual. Con sus apuros tradicionales, nos lleva de un almacén a otro en busca de obsequios y las compras para preparar una cena especial con un menú que, en la mayoría de las casas, es el mismo cada año. Porque, ¿Acaso no se tratan de eso las tradiciones? Fijar una fecha y hacer “cosas” determinadas con la misma gente.
Pero lo extraño en esta celebración es que, la esencia de esta tradición navideña, ha quedado fuera. Sí, el motivo que la inició ahora ha quedado ajena al festejo y, en algunos lugares, hasta resulta ofensivo o vergonzoso nombrar al festejado: Jesús.
Al darme cuenta de ello, hace ya varios años, mis esfuerzos se encaminan a devolver a la figura central de regreso y que la fiesta tenga su verdadero sentido. ¿Cómo tener una fiesta de cumpleaños sin que la persona esté presente?, se preguntarán.
Así como cuando conmemoramos el surgimiento de una nación, utilizamos una bandera como símbolo patrio, de igual manera, para recordar a Jesús, armamos una representación de su nacimiento con pequeñas figuras en un pesebre.
Pero, como para mí, el motivo de mi festejo es mucho más que una nación o una persona cualquiera, redoblo mi esfuerzo y trato de hacer lo que vino a enseñar mi Señor Jesús y que sé le complace: servir y amar al prójimo.
Hoy, por primera vez, trataré además de enseñar a mis nietos el verdadero sentido de la Navidad. Después de un trabajo en familia, bolsas llenas con alimentos quedaron listas para ser portadoras del amor que Jesucristo nos pidió que prodigáramos. Y, también siguiendo su mandato, esta tarde buscaremos a los necesitados y solitarios que aún esperan un abrazo o una palabra de cariño.
Tal vez, mi mejor legado para los que mi descendencia, sean estos intentos por llevarlos fuera de los muros de su comodidad y la fantasía comercial en que nosotros, como sociedad, hemos convertido esta fecha. Y enseñarlos, con un amor en acción, a recordar a los que Jesús amó, cuidó y sanó durante su ministerio en la Tierra: los pobres.
Este año, espero que mi familia viva una intensa y verdadera Navidad, llena de amor al prójimo anónimo que hoy conocerán. ¡Esa es mi oración!

viernes, 23 de diciembre de 2011

"El final"

El efecto por la cuenta regresiva, al final del año, es inevitable. Torrentes de memorias y ocasionales lágrimas a la mitad de cualquier parte me acompañan. Y en la película de mi vida, de los últimos doce meses, aparecen con igual nitidez los días buenos y los días malos. Al final, cada recuadro con su contenido, son lo que han modelado a la nueva persona que ahora soy. 
Aun así, los momentos que más brillan, esos que hicieron a mi corazón pegar brinquitos, no sólo entretienen por más tiempo mi memoria. También me descubren que, en esos instantes, el ruido del presente no me permitió disfrutarlos y reconocerlos como las pequeñas vetas de felicidad sembradas en el camino diario.
Es cierto que los cumpleaños y festivales me mantuvieron sonriendo de contento pero, otros cortos pasajes, llenitos de cotidianeidad parecen ser, a la distancia del tiempo, los que dibujan con especial realce el año que termina.
Esos trayectos y conversaciones con mi esposo, los planes diarios con mi hija, las pláticas con mi hijo, los juegos en el arenero con mis nietos, las caminatas con mi perro Lorenzo, los desayunos con mis padres, las veladas entre amigos, las mañanas frente al computador jugando con mis amigas y las noches, acompañadas con mi música favorita, escribiendo sin prisa ni descanso fueron los que matizaron mis días de un gozo especial.
Las hojas de mi agenda se agotan y, del calendario, ahora cuelga un fajo raquítico de hojas destinadas a desaparecer en los próximos días. Mientras que, en mi cajón de los recuerdos, buscan acomodo las experiencias que harán de este año uno digno de recordar.
La hora se acerca para ver morir el año y, en mi corazón, reviven los tiempos dibujados de felicidad que jamás perecerán pues son míos. . . para siempre.

jueves, 22 de diciembre de 2011

"La guerra y la paz"

Uno de los deseos, más frecuentemente escuchados en esta temporada, habla de paz. Igual se escucha en las canciones, que en las declaraciones de celebridades que abogan por ese estado que, parece, es inalcanzable para la humanidad.
Fotos de soldados, de bandos distintos, abrazándose en la Nochebuena, conmueven porque representan el anhelo de casi cualquier humano. Altos mandatarios y líderes de organizaciones mundiales se reúnen, vez tras vez, buscando acuerdos que restablezcan la armonía entre naciones enteras y, la Navidad, se convierte en un espacio de tiempo que propicia el rencuentro y reconciliación entre la gente con relaciones rotas.
Al final, la tan perseguida paz, se ha convertido en una meta, que el mundo, casi con empecinamiento, trata de atesorar. Y eso es algo que, yo personalmente, alabo.
Pero, desde mi experiencia y perspectiva, la paz más difícil de alcanzar es la que llevamos o perdemos dentro, en el espíritu y el corazón.
Miro gente que, a pesar de vivir con una circunstancia de privilegio, sobrevive sus días en un estado permanente de guerra interna. A veces, la conciencia la atormenta cuando le señala que sus pasos van en el camino errado. Otras, un sentimiento de odio o de venganza contra otros lo encarcela bajo la esclavitud obsesiva del cáncer del resentimiento. El reclamo, también, con su idea de que la vida nos debe algo y que no nos entrega lo que creemos merecer o anhelamos, puede ser el ladrón de la tan buscada tranquilidad. Y, quién no ha vivido la zozobra de la incertidumbre.
La impaciencia por lo que aún no llega, la codicia por lo que no se tiene, la envidia, el rencor y falta de perdón, la rebeldía, la obstinación en el error, la mentira guardada y las expectativas frustradas, son tan sólo algunos de los detonadores de la guerra personal que aniquila el estado pleno que, sólo la paz, puede traer.
Así que, en esta Navidad, más que esperar una paz fantasiosa y etérea, ¿Qué tal una revisión de nuestra lista personal de enemigos para resolver la guerra? Creo que, sólo entonces, la paz será con nosotros, adentro y seremos capaces prodigarla a los otros. . . los de afuera.

martes, 20 de diciembre de 2011

"Silencio"

Con el espacio abierto del mundo cibernético, los silencios del escritor son evidentes para muchos. Y no es de dudar que, muchos de los lectores, lo imaginen como una postal de antaño, con la vista clavada en el vacío, un teclado inerte y la expresión frustrada de quien ha perdido a sus musas.
Pero, la modernidad, ha cambiado el romanticismo incluso en las razones para el mutis de los artistas. Porque, es muy probable que víctima de una constipación constante, por las ideas que no dejan de fluir en su cerebro y que jamás llegan a la pantalla, el escritor viva atrapado en el tráfico o entre las líneas interminables, pero de una agenda. La agitación de la vida de hoy no perdona, ni al más apacible de los inspirados y arrastra a todos a su paso, devorando poemas, ideas y novelas que jamás serán escritas.
El duelo por las obras no natas es intenso y la inspiración malograda mina, como tos incontenible, la voz del que lucha por un espacio en el tiempo correteado de sus días, para sembrar letras germinadas de historias.
La lista de deberes apremia, las ideas se quejan, la mente se constipa y, la escritora de estas letras, sin remedio. . . calla.

domingo, 18 de diciembre de 2011

"Hechos"

“Retrógrada, anticuada, de mente estrecha, mocha. . .”. Son sólo algunos de los calificativos con los que he sido llamada a lo largo de los años cuando, ante una circunstancia que me exige una postura, me apego a los principios básicos que, al parecer, siguen perdiendo popularidad: “Los mandamientos”. O, ¿será que desde que la humanidad los conoció ha tratado de derogarlos?
El caso es que, antes que escuchar los argumentos que luchan por convencerme de su falta de aplicación en la época moderna, abro los ojos y observo. Y, entonces, los hechos me reafirman que siguen siendo la mejor forma de enfrentar las decisiones.
Cuando, en mi revisión, veo: niñas y jóvenes madres que están criando hijos no deseados y las cifras de muerte de niños que jamás nacen aumenta, a pesar de que se está impartiendo una “educación sexual temprana”; o al ver que ocurren más divorcios que matrimonios, muchos, como consecuencia del adulterio y la mentira; encontrar que los jóvenes ingresan con tanta facilidad a las filas de la delincuencia organizada, dispuestos matar si es necesario, para tener lo que desean; y, ¿cómo ignorar las cárceles atestadas de gente que elige, como fórmula para resolver su deseos y necesidades, arrebatar lo ajeno?. . .¿realmente puedo concluir que las nuevas reglas, asentadas por el hombre, están funcionando?
 Y, si tuviera espacio, podría alargar esta lista de hechos que puedo recopilar sin gran esfuerzo, sólo para sustentar que, en todos los casos, esas 10 reglas básicas de conducta pudieron haber evitado el fatídico resultado.
Así que, a pesar de que mi aseveración a favor de esas leyes me llene de etiquetas y, una que otra vez, algo de mofa, sigo prefiriendo creerle al Autor de éstas, que a todas aquellas personas con sus propias convicciones y conclusiones. Porque, al fin y al cabo, el mundo, sus hechos y su devastación moral, me dan la razón.

"Obsequios"

El clima, las prisas, las listas interminables de pendientes antes de que las vacaciones inicien, van impregnándome la mente de un solo pensamiento: “¡Llegó la época navideña!”. Y, por si no se notara, en mi entrada, no aparece lo que nunca faltó en años anteriores. . . las compras.
Sí, las compras de este año se han limitado a lo indispensable. Víveres, gas para el calentador y, como única compra extraordinaria, el árbol natural que ahora es la decoración estrella a mitad de mi estancia.
La globalización y los ajustes económicos mundiales no nos excluyeron. Nuestra familia, privilegiada por demás, vivirá el primer año sin regalos costosos o, ¿debería aclarar que será sin regalos? Seremos, tal vez, la versión moderna de aquella caricatura que nos despedía de casa antes de partir a la celebración de Nochebuena, en la casa de la abuela, durante mi infancia: el Grinch. ¡Cuánto disfrutaba de ese final! Los niños felices, entonando un villancico y tomados de la mano, se reunían a pesar de que no habían encontrado caramelos y regalos al abrir los ojos a la Navidad.
Y, hoy me pregunto, ¿no será la oportunidad tan esperada desde que comprendí, hace 9 años, el verdadero sentido y motivo de la Navidad? ¿Podrá mi familia, al igual que aquella película infantil, tomarse de las manos y alabar por el nacimiento de Jesús? ¿Tendremos bien sembrada la razón para la celebración y viviremos con alegría todos los motivos de gratitud a Dios? No lo sé.
Aunque resulta algo extraño e inquietante, mi corazón se estremece ante la posibilidad de que, sin regalos esta Navidad, miremos a ese día especial con los ojos sabios del amor y recordemos con amor el nacimiento de Jesús, mi Salvador.

jueves, 15 de diciembre de 2011

"Nostalgia"

Recorrer el año vivido –casi de forma inevitable– abre la presa de recuerdos llevándome a flotar sobre un río de nostalgia. Y, aunque para muchos volver al pasado es algo casi vetado, a mí puede resultarme una experiencia agridulce y placentera. . . casi mágica.
Tal vez, esa pequeña aventura de volver al pasado en la memoria me es un buen ensayo pues mi vida ha quedado sembrada de muchos momentos bellos y emotivos y, aquellos que están salpicados de algunas lágrimas de dolor, al final, tienen un final que yo llamaría “de bendición”.
Dejarme llevar por la nostalgia es como ver el mar desde la orilla y desde esa perspectiva que sólo el presente puede dar. Los matices de las decisiones, los encuentros y los desencuentros tienen –desde el "hoy"– una mayor claridad al surgir su imagen desde el “todo” de mi vida.
Aquellas experiencias que en su momento clasifiqué de dolorosas o malas, se suavizan al verlas bajo la luz del contexto completo y, una forma de gracia, las hace menos filosas y más útiles en mi conciencia.
El año está por dejar caer al fondo del reloj sus últimos granos de arena y, casi con prisa, la nostalgia va invadiendo mi memoria como si con urgencia quisiera repasar conmigo lo que este ciclo me dejó como bagaje.
Así que, antes de gritar junto con los míos “Feliz año Nuevo”, descorcho un vino e invito a mi anhelo del pasado –mi nostalgia– a caminar los últimos días en mutua compañía.

domingo, 11 de diciembre de 2011

"Alma de marinero"

La imagen del marinero es, con frecuencia, la de un hombre fuerte, que gusta de la diversión y un poco irresponsable. Y, tal vez, algo hay de eso.
Sin embargo, cuando pienso en ellos, trato de descubrir su alma. Y me encuentro con algo que, a últimas fechas, merma en la sociedad de mi tiempo: el valor.
¿Qué tiene ese navegante perpetuo que nosotros hemos perdido? La capacidad para dejar atrás, una vez tras otra, la estabilidad de su vida. Mientras nosotros luchamos por la permanencia y la continuidad de lo conocido, él opta por enfrentar la incertidumbre en casi todos los planos, desde la comida hasta las relaciones en su vida, pasando por ambientes, costumbres y muchas incomodidades que se compensan con la oportunidad de conocer y vivir nuevas experiencias.
Y aunque mucha gente casi puede asegurar que, los marineros, se han extinguido, yo me sorprendí al reconocer y conocer a uno que, sin duda, tiene alma de marinero de altamar.
Este hombre, sin que pueda ser tachado de irreflexivo, ha puesto su mira en un futuro que, desde ya, le está exigiendo el levantar las velas para dejar los proyectos en los que ha invertido parte de su juventud y, con brío y su experiencia en el arte de navegar por la vida, ir a conquistar nuevos retos y empezar de nuevo.
Con sus motivos firmes y bien anclados al corazón, está echando mano de todo el arrojo y el valor nacido de la esperanza y, aunque la incertidumbre intenta derrumbar sus planes, él se sujeta con firmeza al timón y se guía por las estrellas que lo llevarán. . . hasta su nuevo hogar.
A tí, valiente navegante, ¡buen viaje y bienvenido a casa!
 ¡Lo que uno, aún puede ver. . . a los cincuenta y uno!

"Enumerando"

Los números, para muchos, tienen un gran significado y, en la sociedad, hemos dado especial realce a algunos, en particular, a los múltiplos de 5.  Así, muchas niñas esperan ansiosas el día que cumplirán 15 años. Los matrimonios celebran los 25 años de unión y, con frecuencia, las fiestas más emotivas entre los adultos se dan cuando cumplen 50. 
También los aplicamos para calificar algo. ¡Fue de 10! Y, en nuestra escala, estamos diciendo que llegó a la perfección. Pero, ¿qué hay detrás de un 10 en las evaluaciones de un estudiante?
Esas son las cosas que se omiten y que son importantes. Porque, un número, no siempre revela abiertamente las incontables madrugadas en que, ese joven, pasó leyendo un libro o repasando apuntes de clase. Ni las mañanas en que libró una lucha contra la cama que lo invitaba a quedarse y donde, su cuerpo agotado, se ponía a favor de dormir “aunque fuera cinco minutos más”.
Tampoco explica la batalla interior, entre la juventud y la determinación de alcanzar una meta, cuando un grupo de amigos intentó convencerlo de salir de fiesta.
Tal vez, ese diez, ni siquiera esbozará las ojeras, la piel pálida y ceniza, y la espalda dolorida por horas y horas de permanecer en un sillón para completar el trabajo.
Sí, me gusta cómo luce ese listado de calificaciones de ese joven dedicado e inteligente, mi hijo, pero más alabo y aplaudo todas aquellas sabias decisiones que, día a día, tuvo que tomar para alcanzar la meta que se fijó y que, hoy, consiguió.
¡FELICIDADES, HIJO MÍO! ¡Eres ejemplo de perseverancia y dedicación, para muchos, pero más para tus padres! ¡MERECIDOS RESULTADOS!

miércoles, 7 de diciembre de 2011

"Cuento"

La reina miró y miró al mar, el mismo que la princesa contemplaba desde la orilla. Ella también percibía los perfumes con que la brisa envolvía el castillo. Y, sin siquiera darse cuenta, el aroma se coló en sus ojos, en su rostro e invadió su corazón.
El ocaso la sorprendió con horas que corrían aprisa. Y con el sol cobijándose bajo la marea y su princesa mirando al otro lado del mar, la reina se dejó bañar por la luz de las estrellas. Pero, sólo una, le sonrió con destellos blancos, azules y amarillos.
Sus ojos, cansados de contemplar la quietud, le recordaron que aún había tiempo de dormir y, la reina, al volver hasta su cama, no pudo dejar de sonreír.
Cuando, en el vaivén de los sueños se arrulló, olas salpicadas de noticia la invadieron y estallaban bajo sus pies. Ese mar que se alargaba, rodeaba dos castillos y, aquel que antes estaba lejos, empujado por el agua, poco a poco se acercó. Flotaba lento pero, muy pronto, los castillos se juntaron.
Fue entonces que la princesa no miró más desde la orilla pues desde un balcón, frente a ella, le sonreía. ¡Cuán hermosa, que delicia de sonrisa! ¡La princesa relucía! Y, desde su propio castillo, le daba la bienvenida.
Risas, luces, corretear de piecitos se escuchaban. La princesa y su castillo se habían llenado de voces, nueva vida. La princesa, ahora reina, ya tenía su propio reino.
Pero, tanto ir venir en su sueño, a la reina despertó y la sonrisa en sus labios, se dio cuenta, nunca la abandonó. Con un poco de nostalgia, a los sueños despidió y, con el corazón intrigado, hacia su ventana miró. ¿Qué había sido todo aquello? ¿Un anhelo? ¿Sólo un sueño?
Y una luz, blanca y azul, en su mente destelló. ¡Así que había sido ella!, la reina comprendió.
Juguetona y entrometida, la estrella de la esperanza, esa noche, un rayito le lanzó. Y, colándose por sus ojos y sin pedirle permiso, se instaló en su corazón.

jueves, 1 de diciembre de 2011

"Bajo la almohada"

Las circunstancias y el amor a los míos, poco a poco, han ido despojándome del tiempo y los proyectos por tanto tiempo atesorados, perdiéndose en el rincón donde va a dar el polvo de los imposibles.
Abriendo las manos, sin resistir, los he ido entregando y, aunque un suspiro por el “hubiera” a veces se escapa de mi alma, al final, el corazón se alegra por el privilegio de dar. Eso ocurrió, ocurre y ocurrirá sin revoluciones ni revueltas a menos que, en un intento de robo, me quieran arrebatar mi tesoro escondido bajo la almohada.
Pocos saben con cuanto celo lo guardo y, casi nadie me ve cuando lo mimo, lo acaricio y me entrego en el más pleno desenfreno para gozarlo. A veces, de tan grande, no cabe bajo la almohada y entonces lo meto bajo el colchón. Y, como aquel guisante de la princesa perturbada, me roba el sueño y reclama mi atención.
Cuando es pequeño, sólo basta un cariño, tan casual como alborotar el mechón de cabellos en la frente de un niño y, ¡se conforma con tan poco para seguir vibrando!
Así que, a quien quiera atentar y robarme mi tesoro, antes, entiendan, todo lo entrego, lo juro, pero si me arrebatan mis letras, mis ideas, entonces. . . ¡muero!

miércoles, 30 de noviembre de 2011

"El elegido"

Dice por ahí una frase que, “Los mejores esposos son los de las viudas”. Y, aunque parece una broma inocente, he comprobado una realidad en muchas parejas que, en diferentes etapas, las separa la muerte.
Cuando el compañero se va, sin importar la circunstancia y condición del matrimonio, con él se lleva las telarañas que, los problemas y la impaciencia nacida de la rutina, se formaron velando los ojos de la esposa.
Después de sepultarlo, no pasa mucho tiempo antes de que ella comience a recordar y ver con claridad todas aquellas cualidades que, en su historia, lo convirtieron en “el elegido”. Todas las quejas parecen seguir al ataúd y, limpio el ambiente de su ruido, las razones para tanto conflicto se convierten en susurros que ya no tiene caso escuchar.
¡Qué inútil resulta entonces buscar su mano en la cama fría y vacía! ¡Qué absurdos suenan los discursos contra él cuando ya no puede oírlos! Y, ¡Qué necias podemos ser las esposas para no entenderlo sino hasta que nos toca convertirnos en viudas!
Creo que, cambiando la premisa del primer renglón, saco de la memoria la que dice: “Porque la mujer sabia, edifica su casa; y, la necia, con sus manos la destruye”.
Tengo cincuenta y uno, aún tengo a mi compañero junto a mí y espero tener el tiempo de limpiar mis telarañas para mirar y tratar nuestro matrimonio con sabiduría.

"Burbujas"

Una de las cosas, para mí, más divertidas, es observar a la gente que, con desenfreno, viven la pasión por algo, ya sea un hobby o un deporte. Esa actitud de entrega a lo que tanto disfrutan, los llena de adrenalina y un entusiasmo sui géneris.
Si se trata de invertir, tiempo o dinero, no reparan en hacerlo y sus esfuerzos se redoblan para vencer cualquier contratiempo con tal de lograr su objetivo. De ahí que, en las subastas, se paguen fortunas por una pieza de arte. O, con menos presupuesto, una persona se dedique con gran disciplina a los entrenamientos previos a un maratón o una competencia.
Su pasión mueve su mundo y es fantástico el poder positivo que ejerce en ellos.
Pero, como en todos excesos, las cosas pueden complicarse si, ese mundo de su afición, se apodera del total de su existencia, estrechándolo y limitando su visión. Cuando su discernimiento comienza a dejar de funcionar y la prudencia se anula, ¡alerta!
Ha sido así como, más de una vez, he visto que grupos que comparten un mismo interés, comienzan a desmembrarse. Cuando, uno o varios de sus miembros se desbordan en opiniones y dejan de comprender que, las aficiones, son eso y su razón, el disfrutar.
¡Qué triste es verlos atrapados en la burbuja de su propia obsesión y que la magia de la pasión se desvanece generando destrucción! Después de ver el efecto “burbuja” en acción, creo que las dejaré solamente como “juego de niños”.

martes, 29 de noviembre de 2011

"Visión"

Conozco, hace más de dos décadas, a una mujer a la que he admirado por diferentes razones.
Las últimas noticias sobre su vida, en principio, no son las mejores. Su vista, impecable hasta hace poco, ha comenzado a fallar en sus setentas.
Uno de ellos, habiendo desarrollado un problema de presión alta, ahora le permite ver pero como si lo hiciera a través de una cortina de agua. Para alguien cuyo deleite, toda su vida, ha sido la lectura, la nueva condición puede resultar muy triste.
Y me doy cuenta, cuando escucho los planes que tiene para los próximos meses, que esa admiración que siento por ella tiene un verdadero fundamento pues, el entusiasmo y optimismo, no son derivados de una circunstancia de bienestar sino de una actitud sabia y aceptante que la lleva a mirar con el otro ojo. . . el sano.
En los próximos días, seguramente, recibirá a su familia, con la misma alegría desenfadada de siempre y celebrará la Navidad y el año nuevo. Afrontará lo que es inevitable y hará a un lado lo que ya no es posible cambiar. Disfrutará lo que ojo bueno aún le muestra y sobrevivirá la parte dañada pero sin permitirle arruinar su panorama.
Después emprenderá un viaje a Sudamérica para disfrutar de sus nietos y luego cambiará de aires viajando al norte mexicano para convivir con la familia de su otra hija. ¿Qué sigue en su agenda? No lo sé pero puedo asegurar que, ya sea quedarse en casa para escuchar la radio, su opción de entretenimiento ahora o, programar un nuevo viaje, esa sabia mujer mirará su futuro con su saludable ojo. . . ese, que tiene en el corazón.
¿No es raro que, muchos de nosotros que gozamos de una visión perfecta, vivamos ciegos a las bendiciones? ¡Lo que uno puede aprender de la gente sabia!

"Frío"

El clima, a pesar de toda la tecnología que nos rodea, sigue teniendo un efecto primordial sobre nosotros, los seres humanos. Sólo basta una variación en el termómetro para que se escuchen por doquier comentarios y quejas sobre sus consecuencias.
Un par de días atrás fue el turno de la lluvia y, ahora, el frío la desplaza en los titulares. Las bajas temperaturas, algo tempranas, nos anuncian el fin de otro ciclo y la llegada del invierno. Han llegado como campanadas recordándonos que debemos prepararnos para “dejar de hacer”.
Sí, porque, aunque la humanidad ha intentado salirse del orden natural y divino de las cosas, la realidad es que, al igual que los animales y los vegetales, fuimos creados para atender a la organización de nuestro planeta.
El frío, nos produce un estado de letargo y un deseo de resguardarnos. Y, tal como lo hacen los animales, buscamos la cercanía de otros cuerpos que nos abracen para prodigarnos calor. Los alimentos que nos provocan, generalmente, contienen más azúcar y el lugar que más nos seduce para estar es, junto al hogar.
¿Qué hacen los demás, en la naturaleza? Se preparan con alimento y compañía, disponiendo todo para permanecer en reposo y descanso.
Si fuéramos algo más sabios, creo los imitaríamos. Arreglaríamos el nido para hacerlo confortable, organizaríamos una agenda para atraernos las cálidas compañías, elegiríamos los libros con los que alimentar nuestro espíritu y dejaríamos de correr de un lado a otro para regalar a nuestro cuerpo el tan necesitado descanso.
Aún es tiempo. . . aunque el invierno está cerca.

lunes, 28 de noviembre de 2011

"Otra de perros"

Cuando Ashley, una gran danesa, llegó al criadero, Coqueta, la perra criolla que se había adjudicado el rol de guardiana del lugar, aprovechó que la cachorra recién llegada era más pequeña que ella para hostigarla y someterla en cada ocasión que se le presentaba.
El tiempo pasó y Ashley fue a vivir fuera del criadero hasta que, hace pocos meses, volvió. El reencuentro, lleno de recuerdos para ambas perras, terminó en carniceros enfrentamientos entre las dos hembras. Y, en la última batalla, Coqueta, que no rebasa la estatura de un labrador y con una complexión mucho más ligera, terminó con lesiones que la mantuvieron en el hospital veterinario por varios días.
¿Habrá manera de resarcir esa relación para evitar nuevas peleas? Me temo que no y casi puedo asegurar que, Coqueta, jamás imaginó que Ashley crecería al doble de su tamaño y que en su enorme hocico cabría su cabeza sin problema.
Cuando pienso en estas dos perras y su historia, me es inevitable meditar en los enemigos que, por considerarlos inofensivos, incluimos innecesariamente en nuestras vidas y que se convierten en un estorbo constante el resto de nuestra existencia. Peor aún. Al iniciar nuestra relación con ellas, jamás imaginamos que puedan crecer más allá de nuestro control y rebasar nuestra voluntad de aniquilarlas.
De esa misma manera, he visto jóvenes que, jugando a ser más fuertes, se inician en cosas que terminan esclavizándolos en alguna adicción. O esposos que dejan nacer una pequeña mentira, que al crecer, destruye sus relaciones importantes. La lista de ejemplos de los contrincantes con los que nos enredamos, cuando los vemos pequeños, puede ser muy larga: malos hábitos, relaciones inconvenientes, rutinas destructivas, adicción al poder y al dinero, etc.
Así que, después de revisar la peligrosa historia entre Ashley y Coqueta, me parece oportuno recordar que. . . “No hay enemigo pequeño” y es mejor tratar las tentaciones a distancia y con respeto. ¡No vaya a ser que crezcan y se vuelvan invencibles!

"Perfecto"

Una de las noches más especiales en familia, para mí, es el día en que nos reunimos a decorar la casa preparándonos para la Navidad. Y, como en toda fiesta, las compras previas son parte de la celebración.
Este año en particular, tras varias visitas a un almacén, decidí que el árbol navideño llevaría una decoración con tonos suaves y arreglos decorativos especiales. ¿Mi idea? El buen gusto imitando a los aparadores de la mejor tienda departamental.
Con eso en la mira, comenzó nuestro tour por el pasillo de artículos navideños en compañía de la familia y bajo la dirección de mi nieto de cinco años. Como perrito en jardín, fue de una estantería a otra eligiendo las esferas y adornos que le parecieron más atractivos. A pesar de mis intentos por influenciar sus elecciones hacia la decoración que yo tenía en mente, él no dejó de agregar, lo que le pareció, traería más colorido a nuestro pino y sin intentar siquiera que combinaran o fueran compatibles.
Resignada e incapaz de restarle derecho de selección, deseché mi plan de tener un árbol de Navidad perfecto en color y estilo, y me dediqué a comentar y apoyar sus propuestas.
La noche de la mágica entrada de la Navidad en casa fue eso, ¡mágica! Verlo, con una actitud de concentración y entregado a la labor de ir poniendo las esferas, copos de nieve, estrellitas brillantes y rules con cascabeles, fue algo memorable. Mi nieto, sin ningún orden, colocó las esferas pequeñas en la base y, con desenfado, colgó las grandes como mejor le parecía a la visión de su estatura. El observarlo me llenó el corazón de emoción. Aun así, una cosquilla en el ánimo, como un estornudo que no sale, me llevaba al recuerdo del fallido intento del árbol perfecto.
Después de risas, uno que otro sobresalto al escuchar la caída de algún adorno y el momento cumbre de poner la destellante estrella azul en la punta, ¡el árbol quedó listo! Y, cuál sería mi sorpresa al descubrir que, con toda lo heterogéneo de sus componentes y tonos, aquel ejemplar se había convertido en uno de los más hermosos que habíamos instalado en nuestro hogar.
Entonces comprendí que, esa tendencia de buscar parecernos a los demás, tal vez buscando una aceptación y calificación aprobatoria de antemano, nos va restando la posibilidad de convertirnos en únicos. . . ¡extra-ordinarios! Una cualidad que parece que los niños tienen como máxima.
Tal vez por eso y no de balde, Dios nos pide que “seamos como niños”. ¡Qué belleza tendría el mundo y que divertido lo podríamos hacer si, como ese árbol multicolor, llenáramos nuestra vida con el heterogéneo estilo de lo diferente! 

domingo, 27 de noviembre de 2011

"Lluvioso"

El clima, en este otoño, nos ha dado sorpresa tras sorpresa. De un día brillante y caluroso, pasamos a uno lluvioso y sin previo aviso. Y estos cambios, hasta donde observo, son mal recibidos por la mayoría. Aunque, no toda la gente que conozco, le toma tan mal esto de la lluvia.
Hace mucho tiempo, cuando mi hijo era aún un niño, sólo se le podía encontrar en un lugar cuando llovía: ¡Debajo de ella! Sí. Apenas comenzaban a caer las primeras gotas, él corría al jardín o al exterior, dondequiera que lo sorprendiera, para retozar entre las gotas. Y si aquello se convertía en un chubasco, ¡qué felicidad era para él, saltar de charco en charco, y terminar tan mojado como un pez!
Aunque al paso de los años fue dejando aquella costumbre, no ha sido así en las lloviznas y, a veces tormentas, que han ocurrido en su vida.
Otra cosa peculiar era su capacidad para pasar días enteros en casa, y hasta veranos completos, disfrutando de su espacio y las actividades más simples y elementales con verdadero deleite.
Ahora, siendo un joven adulto, puedo ver esa misma sabiduría infantil en la manera de aceptar los cambios intempestivos del clima de su vida. Porque, igualmente disfruta de los días soleados y pacíficos en familia, que de esos temporales con lluvia que, de vez en vez, retrasan los planes, nublan la visión antes clara y traen frío a casa.
Y, aunque la vida y la rutina ahora lo arrastran por días saturados de “ires” y “venires”, al final de la jornada, aún saborea de la paz con que los muros del hogar lo arropan para entregarse al romance de la música y su bajo.
Ahora que lo pienso. .  . ¿Qué tal comenzar a disfrutar, también, los chapuzones y los días en casa? ¡Nunca es tarde!

"De perros"

No lo niego, las exposiciones y competencias de perros, siempre me han parecido divertidas y muy atractivas. Aunque, para mi sorpresa, me enteré de que en Estados Unidos ésta es una de las industrias que más dinero mueve en el país. Los accesorios y juguetes para las mascotas son uno de los mejores negocios.
El perro, sin duda, es uno de los sustitutos ideales para la gente que ha perdido los verdaderos afectos o compañía y es la extensión del ego de muchas personas.
Pero, mi intención no es hablar de economía ni de la psicología humana con sus reemplazos sino de los perros.
Cuando va por una pelota, sigue una instrucción o simplemente posa en una competencia de belleza, el animalito, es un ejemplo vivo de la gratitud, la generosidad y la obediencia, todas, virtudes nacidas de algo básico: sus deseos de agradar.
El perro, no tiene en mente una moña o un reconocimiento de papel. Lo que espera es sentir esa mano que le asegure que ha cumplido su meta y, cuando lo logra, su satisfacción es haber complacido a quien lo maneja, sin importar si hay reciprocidad.
¡Cuánto bien haría al mundo que, la gente, actuáramos con esa misma intención de complacer a otros! Y, más aún, ¿qué pasaría si los seres humanos tomáramos como meta obedecer y agradar a Dios, con la misma diligencia de un perro? Y no estoy pensando en cosas muy sofisticadas sino en una muy básica: “Amar al prójimo como a nosotros mismos”.
Pero, bueno, mejor hablemos. . . de perros.

viernes, 25 de noviembre de 2011

"¡Yo puedo. . .!"

Él tiene 5 años y ya tiene miedo a crecer. Los gritos, los golpes y su mami llorando, desde ahora, lo hacen temer. Su corazón se confunde. . . “¿Lo quiero? ¿Lo odio?. . . él le habla a mamá y la hace llorar” y, ya desde ahora, no sabe qué pensar. Camina hacia el parque, arrastra los pies y, al llegar ahí, no quiere jugar, sólo necesita entender.
Ella es pequeña, tanto, que apenas aprendió a caminar. Los ruidos afuera la hacen temblar y, aunque tiene ganas de salir, jala su mantita y chupándose el dedo, decide soñar.
La mami se calla, la mami se esconde. Las heridas de afuera, recubre con telas y las de adentro, las hace callar. No quiere que sepan, no quiere que vean, no quiere sumar humillación a su alma ni rencor en los niños y, a puerta cerrada, lucha por no morir.
Él grita, golpea, humilla y ofende. Y, sin la menor conciencia, al mundo repite:
“Yo puedo golpearla, yo puedo gritarle, yo puedo humillarla, porque soy hombre. Y puedo hacerlo hasta cansarme, porque no hay ley contra mí. Puedo pisotearla, porque he apagado su voz. Mi terror la somete, mi poder la domina y, nadie en el mundo, por ella luchará”.
Una noche de golpes y de borrachera, ella se levanta y, por una ventanilla, se escapa de su puño. Los brazos le duelen y el corazón reclama. Ella toma a sus hijos y huye de él.
“¿Dónde está el mundo que, junto a mí, luche contra él? ¿Habrá alguna ley que le ate las manos? ¿Esperaré justicia o nadie me oirá?”
Él la persigue, la acosa, la quiere matar. Ella corre lejos, un niño en cada mano, ¡no se dejará alcanzar!
Y entre más distancia, sumándose el tiempo, los niños reviven y ya quieren jugar. Su mami sonríe, su mami no llora. ¡Mejor que se vaya, aquel, que la hace llorar!
Ella peina su cabello que ya nadie arrancará. Se mira al espejo y recuerda quién es. Se gusta, se quiere y vuelve a creer que: Ella es valiosa y, que nada ni nadie, la debe pisotear.

Mujer, levántate y vuelve a nacer. Que nadie te convenza que, ése, tiene el derecho de volverte a golpear.
“DÍA DE LA NO VIOLENCIA CONTRA LA MUJER”

jueves, 24 de noviembre de 2011

"Decantando la razón"

“Ella no podrá cumplir su sueños arlequinesco”. . . La frase, en el muro de la red social, me dejó fría.
Después de una mañana de remordimientos, lamentaciones y perdones, el muro continuó trayendo una escalada de noticias que, como en dominó, fueron acomodando las dificultades de mi vida en diferentes escalas.
Las noticias fluían, una a una:
Una niña está muriendo de fase terminal y no podrá volar en globo aerostático. . . el sueño de su vida y que ya es corta; un joven recién casado, asignado como ingeniero de guerra en Afganistán, perdió ambas piernas y la mano derecha en la explosión de una bomba a su paso. . . ya no podrá correr con su bebé que nacerá en febrero ni juguetear con su esposa en la playa, a su regreso.
Esa pareja de la foto, con muchos años juntos, ahora intenta sobrevivir a la pérdida de la memoria reciente de él tras un accidente, mientras ella busca fuerzas para atenderlo en casa y, la recién nacida, hija de una pareja de expatriados, nacida a las 25 semanas, sigue luchando para aprender a respirar y ganar, gramo a gramo, una vida en este mundo.
Fue entonces que, las circunstancias en mi vida, bajo una perspectiva más clara y afinada por el torrente de noticias tan cercanas y reales a mi alrededor, empezaron a volverse livianas y perdieron sus aristas de conflicto.
¡Qué distinta es mi vida bajo esta nueva visión! Porque, ahora veo la bendición de que mi esposo, esta noche, entrará a casa caminando y, seguramente, con paso apurado para abrazarnos y celebrar los nuevos proyectos. Mi nieto, aunque no tenga los estándares de estatura ideal, es sano y feliz como pocos niños. Mi nieta, con todos sus revuelos y travesuras, está viva y soplará una vela de cumpleaños con sus amiguitos en un par de días. Mi hija, un día de estos o mañana, volará en un globo tomada de la mano del amor de su vida. Mi hijo, con pulso firme, seguirá escribiendo ensayos para avanzar en su preparación universitaria y se deleitará tocando el bajo por las noches porque, su mano derecha, está ahí, fuerte y completa. Y, mi esposo y yo, aunque a veces nos extraviamos en conflictos inútiles. . . seguimos juntos y con muchas esperanzas para disfrutarlas con toda la salud posible.
Sí, hace falta sólo un vistazo para decantar nuestros absurdos y quedar con la mente como agua clara y, de corazón. . . ¡Dar gracias por todo lo que tenemos y que no siempre apreciamos!
Hoy, con total convicción, quiero gritar: ¡GRACIAS, DIOS, POR TODAS LAS BENDICIONES! 
Ahora, ¡A CELEBRAR, CON UN CORAZON AUTENTICAMENTE AGRADECIDO, EL DIA DE ACCION DE GRACIAS!

"Guerra"

“Uno de cada dos matrimonios termina en divorcio. . .” La cifra me entristece y alarma. ¡Esto se está convirtiendo en una guerra encarnizada! Así que, como en toda guerra, las mujeres debemos levantarnos en armas para no permitir que nuestro hogar se sume a las mortales estadísticas.
Ayer descubrí que podemos utilizar un arsenal de armas que, a nuestras madres y nuestras abuelas, le funcionó. Algunas de estas armas pueden ser de manejo muy delicado pero, una vez que las dominas, ¡son muy poderosas!
Es importante no estropearlas antes de usarlas. Para ello necesita la mujer un tacto delicado y mucha discreción para que no ser descubierta. La “herramienta” que hoy propongo puede ser utilizada indistintamente para ocasiones especiales o para un día cualquiera que, garantizo, se convertirá en especial. Aunque hay opiniones encontradas sobre el modelo a utilizar, esta arma debe elegirse a conveniencia de la mujer según sus preferencias.
Las estadísticas revelan que, un modelo de arma, en especial, es altamente efectivo: la de tono oscuro.
Sí, esas que llegan hasta el inicio de la pierna y que pueden tener o no, una raya en la parte posterior en color negro. Pero, ojo, la textura debe ser sedosa al tacto y su mejor combinación es con una falda.
Cuando una mujer descubre el efecto que, un par de medias, tiene en su esposo, puedo garantizar, iniciará la construcción de un cerco contra el aburrimiento y la infidelidad.
¡Ah! También tiene otra bondad: sube el nivel de feminidad en quien la lleva y eso atrae mucho al compañero.
Así que, mujeres, ¡demos batalla al entorno que quiere destruir nuestro matrimonio y nuestro hogar! ¡Saquemos del cajón las medias y los tacones altos! Y, sin duda, ¡ganaremos la guerra!
A los cincuenta y uno, para sorpresa de las jóvenes, todavía somos mujeres atractivas y podemos revivir la magia de nuestra relación con buenas estrategias.
P.D.: Y, mujer, recuerda, esto es una estrategia de guerra y el factor sorpresa es crucial.