miércoles, 2 de noviembre de 2011

"El dedo"


“Cuando él le mostró el sol, el idiota sólo vio, el dedo del que lo señaló”, cantó Fernando Delgadillos a través de las bocinas de mi auto y, frunciendo el ceño, me esforcé por comprenderlo.
Cientos de dedos vinieron a mi mente.
Escuché los portazos que, con su estridencia, me trataban de decir que la gente había agotado sus palabras para hacerme escuchar sus pensamientos.
Recordé esos rostros mudos de quienes, con su silencio, me echaban en cara que no confiaban más en mí.
Oí el correr de lágrimas sobre la cara de los que trataban de compartir conmigo su dolor.
Gritos volvieron a mis oídos, voces que desaforadas trataban de hacer un espacio para sus ideas y sentimientos, unos que yo no intenté encontrar.
¿Cómo pude quedar enganchada en esos dedos y olvidarme de voltear a ver lo que querían señalar?
Sí, ahora entiendo que “ese idiota”, he sido yo.
A mis cincuenta y uno, deseo con fervor abrir los ojos y ver. Sólo así podré responder al corazón de mi prójimo con la comprensión y compasión que necesitan.

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