martes, 4 de noviembre de 2014

"Petite Femme"

Como perfume fino, ella es pequeña y menuda, no así su espíritu y fortaleza.

Con sus ojos risueños, pintaditos de nostalgia, llegó a mi vida para organizar tempestades de sueños. Entre pasitos de ballet y danzas de velos invisibles hace volar aquella infancia de princesa que alguna vez soñé. Y hasta el micrófono, al escuchar su voz tersa como ronroneo, se estremece con chispeantes emociones.

Ella es mi nieta y, en el más increíble halago, dicen que se parece a mí.  Me gusta creer que es cierto aunque, a decir verdad, ella es una personita única y fascinante. En mi pequeña se mezclan la fuerza y determinación de la voluntad con la compasión más sincera del corazón.


Desde que ella pisó mi mundo, éste se pobló de fantasías y risitas revistiendo travesuras. Nada se escapó a la virulenta alegría de sus juegos y, andando a trompicones, la sigo en el revolotear de mariposa de su ingenio.

Mia –mi Mia– es la aventura de princesas más original que cualquier abuela puede vivir; es ternura, pasión, picardía y la más pura inocencia reflejada en el rostro de una hadita de carne y hueso.

Hoy se cumplen seis años de su llegada a este mundo y, con regocijo y gratitud a Dios, celebramos su vida que –en cada uno de sus días– ha sido motivo de alegría y fascinación.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MI NIÑA AMADA! ¡MI MIA POR SIEMPRE!


Una oración hago hoy, Señor: Sé Tú con ella por siempre y conviértete en el centro de su vida, su guía y eterna compañía. Dale, Padre mío, el regalo de Tu presencia hasta el último de sus días. ¡Gracias por su vida, mi Dios!

lunes, 3 de noviembre de 2014

“Como yo lo vi: Un mundo extraño” Serie: Mi viaje a China.

-Si tienes dinero para viajar, no vayas a China. ¡Ve a otro lado!– fue la opinión de alguien que se enteró del proyecto de viaje a China. La duda me asaltó.
De igual manera, lecturas, reportajes, noticias y libros, en conjunto, habían formado en mi mente una idea sobre el país que, superada mi indecisión por el viaje, pude oler, sentir y vivir en carne propia. Y, como un amanecer despejado, sus matices y formas se revelaron con un mil quinientos millones de verdades.
En este espacio del planeta que comparto –por unos días– con los chinos que habitan día a día la tierra del Este, voy descubriendo que no importa a cuanto ascienda la cuenta de personas pues cada uno de ellos tiene un sueño, una identidad y una realidad.
La globalización, con sus eternos trucos, los había definido en mi entender como una masa sometida a las fuerzas de un gobierno opresivo, desnudándolos de individualidad y humanidad.

Que sorpresa –agradable– ha resultado estar a la mesa con gente que sonríe y habla de la meta perseguida, del anhelo de un matrimonio con un hombre bueno y los contratiempos de un matrimonio con dos hijos pequeños. 
Aquella idea del pueblo chino, forjada bajo opiniones pragmáticas e impersonales, se ha desvanecido a fuerza de contacto, conversaciones y risas.
Es así que, hoy, me propongo pasar por el tamiz de la experiencia la información que involucre seres humanos, para no volver a cometer el error de encapsularlos en la apreciación fría de las estadísticas y la visión analítica de quienes no han sujetado la mano nueva de un ciudadano del mundo, un compañero de planeta, sin importar el piso por el que caminen sus pasos para vivir su vida.


Así pues. . . ¡hablemos de China!