martes, 11 de septiembre de 2012

"De cabeza"


“¡En sus marcas, listas, fuera!”, grita el juez de salida cuando inicia una carrera femenil.
“¡Lista!”, anuncia el peinador a la novia, concluida su labor.
Pero, mi suegra, repetía: “Lista es, la que listas hace”. Y he aprendido que, sin ellas, nada iniciaría, como esa carrera y nada llegaría a buen fin, como el peinado.
El tiempo, siendo un recurso finito para el ser humano en esta tierra, requiere de una administración sabia y minuciosa. Y, las listas, son la herramienta más barata y simple de usar para lograr su óptima utilización.
Los propósitos anuales son, nada más y nada menos que listas. Las agendas, esencialmente, son listas con orden, prioridad y horario y, los papeles en los bolsos con los faltantes en la cocina, son las listas que resuelven la alimentación familiar. Una vida sin listas, casi puedo asegurar, puede vivirse de manera errática y mucho menos productiva.
Mi costumbre, por influencia de mi suegra, es hacer listas los lunes y, en una hoja aparte, escribo las cosas que tengo pendientes de hacer. De esa lista “secreta”, elijo actividades para esos momentos en que puedo declarar “no tengo nada que hacer” y, dependiendo del tiempo disponible, tomo una opción y aprovecho esa libertad.
Las listas, además, tienen la magia de traerme satisfacción cuando hago un recuento de los avances palomeados y, no sólo eso, también me ayudan a ser más sabia.
Hoy, por ejemplo, mi lista la encabezaban los últimos pendientes de la mudanza e instalación en la nueva casa y, cuando vi el final, noté que el orden estaba equivocado.
En los últimos renglones, aparecía “Visita para hacer jardinería y galletas con mis nietos”. ¿Es correcto que esto aparezca en los últimos lugares? Y, con toda certeza, respondí que NO.
He aprendido que el orden y la organización son buenos pero, si restan importancia a aquellas actividades que dejan un recuerdo de amor en otros, entonces mis prioridades están equivocadas.
Así que, una vez puesta mi lista de cabeza, he puesto manos a la obra y espero, escribiendo estas líneas, mientras llegan aquellos con los que inician mi lista.
¡Tarde de jardinería y repostería! ¿Quién se apunta?

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