domingo, 8 de enero de 2012

"¡Comenzamos!"

Un fenómeno extraño ocurrió en mi jardín hace un año. La buganvilia y algunas otras flores comenzaron a florear en noviembre. Aunque era un placer verlas decoradas en un tiempo donde los árboles alrededor lucían calvos y raquíticos, fue triste ver a los coloridos pétalos morir en las primeras heladas del invierno.
Con un nulo conocimiento en floricultura, pregunté y hubo quien me explico que eso también era producto del desequilibrio ecológico que, como humanidad, hemos generado en el planeta. Migraciones anticipadas y aves que pierden el rumbo, desoves de tortugas fuera de época y varios ejemplos me hicieron pensar en la importancia de iniciar a tiempo.
Y cuando digo a tiempo, no me refiero a la puntualidad contra un reloj sino a la circunstancia donde se encuadra, ya sea el proyecto o actividad.
Hoy, primer día de la segunda semana del 2012, seguramente ya habrán fracasado varios propósitos de mantener un buen régimen alimenticio y una rutina de ejercicio. ¿Por qué de mi certeza? Porque, quienes lo iniciaron el día 1 o 2 del año, olvidaron que aún teníamos por delante festejos como el “Día de Reyes” y sería inevitable convidarnos del platillo principal: una deliciosa y bien cargada de calorías, ¡rosca!
Por eso, aunque mi lista de proyectos es clara y los tiempos son importantes, fue hasta ayer que hice los preparativos: rebajarme las uñas al límite para lograr un tecleado más eficaz, acondicionar mi rincón de trabajo con un “secretaire” y tener a la mano el primer borrador de mi escrito. ¡Todo listo para iniciar con mi propósito de completar la novela del concurso!
Me pregunto, ¿Cuántos proyectos son abortados por comenzar fuera de tiempo? Relaciones, matrimonios, negocios, estudios, etc.
Parece que, al final, algo importante es. . . el principio.

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