jueves, 27 de octubre de 2011

"Otra vez, yo

Señor, Dios:
Sí, soy yo otra vez y lamento despertarte aunque. . . lo siento, lo olvidé. ¡Tú nunca duermes! Pero es que no pude evitar buscarte. ¿Sabes? Hoy quería platicarte, y aclaro que no es queja, que me siento cansada.
Ayer, cuando jugaba con mis nietos con los bloques de madera y los ositos, hasta el frío del suelo y ese pequeño altercado al verme jaloneada por mis dos nietecitos exigiendo mi atención, ¡me supieron a deliciosa bendición!
Estar en la Toscana, con mi mami mirándonos jugar, mi hija disfrutando de sus hijos y yo deleitándome en todos ellos. Era como el preludio de un tiempo de paz que. . . ¡Qué corta resultó, Señor!
Apenas una hora después de que se marcharon la tempestad se anunció. ¿No podemos alargar el remanso un poco, Señor? Porque, ¿sabes? De verdad. . . estoy cansada. A veces los huesos ya me duelen y a mi corazón le cuesta latir. Mis ojos quieren seguir cerrados y mi mente. . . mi mente sólo quiere descansar pensando cosas lindas.
Y, perdón, Señor. Repaso mis primeras líneas y, la verdad, parece más una carta de quejas que una de quien todo te agradece. ¿Qué digo en mi defensa? Creo que no perderé el tiempo en ello porque, ¿quién mejor que Tú me conoce?
La tormenta ya se ve por la ventana, mi Dios. No te engaño, el estómago se me ha hecho pequeño y me tiembla el corazón. Casi puedo asegurar que, si bajo de esta cama, no me podré poner en pie. Pero, en el fondo, sé que saldré de ella y no porque pueda caminar por mí misma, sino porque ya estás aquí a mi lado esperando para cargarme.
Bueno, Señor, vamos pues a enfrentar el futuro. Dame Tu mano y agárrame fuerte. Cúbreme con la otra el corazón. Y, por favor, si ves que comienzo a perderme con mis razonamientos y conjeturas, no hables bajito, ¡grítame fuerte, muy fuerte tus promesas!
Por cierto, casi lo olvidaba. Gracias también por esto que, aunque ahora me sabe a hiel, sé que Tú la convertirás en miel cuando haya aprendido y creído más en Ti.
Y, ¡otro olvido! ¿Ya te dije, hoy, cuanto te amo?
Nuria

P. D. Padre, recuerda, tus milagros y bendiciones, ¡nunca están de más! Así que, hoy, sería un día perfecto para verte obrar alguno.

P. D. ¡Te amo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario