lunes, 12 de septiembre de 2011

"Mal y de malas"

Me pregunto si deberían implementar una ley que prohibiera que los escritores escriban cuando están de malas. Porque, a decir verdad, muchas cosas se revelan solamente bajo ese arbitrario e incómodo estado de ánimo.
Por ejemplo. Cada vez que me veo atrapada en el mal humor, descubro, me aíslo. “Para evitar un roce”, podría decir para justificarme, “o para no incomodar con mi mal talante”. Cuando en realidad, confieso, mi tolerancia hacia la inconsistencia es casi nula.
Si en un estado de mediano equilibrio emocional la mentira me enfada, cuando estoy de malas, ¡puede arder Troya! Irremediablemente surge de mi estómago un deseo claridoso de ajustar cuentas con:
El padre que corrige a su hijo a gritos para exigirle que no le levante la voz a su hermano; la maestra que pide compromiso de sus alumnos y llega tarde a clases; la madre que se queja de que su hijo no puede cuidar los colores y sus cuadernos, llamándolo desordenado y ella no es capaz de levantar ni su pijama; la mujer que participa en las campañas anti-tabaquismo en la preparatoria de sus hijos y fuma a escondidas al terminar su rutina de gimnasio; aquel que habla de Dios y vive en adulterio; el que predica honestidad y no tiene empacho en pasar un billete por la ventana para evitar una multa; la mamá que exige que sus hijos convivan en paz en sus juegos y maltrate a cuanta empleada de almacén se le cruza enfrente.
¿Juicio? Tal vez. Pero la inconsistencia erosiona mi deseo de convivir con la gente. A pesar de no siempre estar de acuerdo con la opinión de otros que me rodean, prefiero aquel que se declara abiertamente en una postura con convicción, a aquel que dice una cosa y vive otra.
Tal vez por eso escribo esta nota, porque elijo escribir también en estos momentos de profundo malestar con honestidad, a engañar a los lectores haciendo parecer que mi corazón ha encontrado un estado de beatitud permanente que, yo sé, no existe.
A mis cincuenta y uno, y hoy particularmente, estoy de mal humor. No encuentro la paz en los rincones de mi casa ni bajo el cielo abierto fuera de ello. Y, también esto, lo quiero compartir.

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