sábado, 20 de agosto de 2011

"Recarga"


¿Qué es peor que olvidar la cámara en un viaje? Recordar llevarla y ¡olvidar cargar la batería!
Esa fue la primera evidencia de que no invertí suficiente tiempo en prepararme para el corto viaje con mi esposo. Tras admirar a la majestuosa Peña de Bernal iluminada por los primeros rayos del sol, corrí por mi cámara para conservar el recuerdo en una buena toma y. . . ¡sorpresa! Nada, ni siquiera tenía energía para una sola foto.
Con la costumbre de cargar una pequeña cámara de bolsillo para captar los momentos especiales con mis nietos, volví a la cabaña y tuve que conformarme con lo que se puede captar con ese tipo de equipos. Afortunadamente, aún conserva algo de carga para algunas imágenes más y, obviamente, tendré que pensarlas y administrar la batería para no gastarla inútilmente. Pero, ¿cómo saber qué está por venir que pueda ser mejor que lo tenga enfrente?
La frustración me llevó al rincón de las reflexiones y pensé. ¿Cuántas veces he tratado de preparar “momentos” especiales con mi marido, sólo para llegar al evento cansada y con ganas de irme a dormir? ¿En cuántas actividades triviales no he desgastado, no sólo mi energía, sino mi vida? Confieso que, más de una vez, he llegado a celebrar con la batería descargada.
Aunque es cierto que, al igual que ahora estoy viviendo la estrechez de “batería” que me obliga a ser cuidadosa con las fotografías que tomaré, la verdad es que el futuro es impredecible. Entonces, ¿cuál es la receta ideal para administrarme? Supongo que no hay respuesta ideal pero, como conclusiones básicas pondría: Disfrutar el presente sin dejar de programar con flexibilidad y, sobre todo, meter freno ante mi natural tendencia de abarcar de más y malgastar mis fuerzas.
A mis cincuenta y uno, cuando mi tiempo corre, quiero aprender a hacerlo lento y saborearlo intenso. 

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