sábado, 22 de febrero de 2014

"Vida nueva para Juan"

¿Qué cómo terminó en la calle?
La historia de Juan es, como la de tantos indigentes, tan frecuente que parece haber perdido su matiz trágico para volverse “cotidiano”.
Conflictos en un hogar disfuncional, adolescencia que cataliza la falta de lazos y educación, y un chico que es echado de casa. De ahí, la soledad de las calles. Soledad que sólo se cura con compañía y, como casi todo en esta vida, la compañía tiene también su precio: alienación, la llamarán algunos; para mí es la clonación de historias de soledad, replicándose sin descanso y alcanzando a cada vez más jóvenes sin hogar.
Después, para atenuar el hambre, el frío, la soledad y el abandono, aparecen la droga y el alcohol. Luego la ignorancia esconde las pocas alertas que estos jóvenes han escuchado y vence la necesidad de sobrevivir.
A la vida de Juan, se agregó una compañía en exclusiva. Una chica que pasó por alto sus adicciones y su historia, tal vez un poco para ser aceptada con todo y la propia. Y del único calor disponible para ellos, nació Anahí para quien, como único hogar, existe un refugio bajo el puente, compartido con 12 personas. . . su única familia.
Con las reminiscencias de los anhelos que todo hombre tiene, Juan quiere construir un hogar para su compañera y su hijita. Quiere salir de la calle y no repetir la historia de la que ha surgido. Así se propone luchar, primero con sus adicciones y después con el pantano de su circunstancia.
Viene a su memoria una mano que, no hace mucho, se tendió para ayudarlo a salir. Aquella mujer del puesto de tacos, su última empleadora.
-Es tu última oportunidad –le advierte ella, antes de anunciar las condiciones–pero te presentas bañado y bien vestido con ropa limpia, el lunes a primera hora.
¡Juan tiene una puerta abierta para salir de la calle! Ahora sólo tiene que conseguir ropa para presentarse a trabajar y tomar un baño.

¿Qué cómo se hará de ropa y dónde tomará una ducha? La fuente que está frente al refugio no es opción o terminará en la cárcel. Así que, optando por un riesgo menor de ser detenido, limpia parabrisas –con permiso de los dueños de la esquina que quieren echarle una mano, pues será algo temporal–; después compra unas paletas y las vende en otro crucero –siempre con autorización de los propietarios– y, finalmente, junta lo suficiente para llevar a su familia a un hotel muy modesto.
¡Vaya que ha de luchar con la tentación al verse con dinero! ¡Cuánto alivio le traería un poco de droga o tal vez un trago de alcohol!

Pero no. Se debate, lucha contra la exigencia y debilidad del cuerpo. Y si lo logra, podrá haber una nueva vida para Juan.

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