martes, 20 de marzo de 2012

"Y, Maslow, ¡tenía razón!"

Para alguien que ha vivido orientado a la productividad y el manejo del tiempo siempre con la intención de hacerlo útil, descubrir que el ocio es necesario, es un gran hallazgo.
Y es que, a últimas fechas, he descubierto gustos inusitadamente placenteros como: tomar café sentada en la sombra, bañarme después de las diez de la mañana, echarme en la hamaca y mirar las nubes pasar, escribir en pijama, leer los comentarios de mi página social sin prisas o leerme un libro, de cabo a rabo, sobre la cama aún desbaratada.
Sin poder precisar cuando ocurrió, sólo puedo asegurar que ese sentimiento incómodo, casi de culpa, se ha ido desvaneciendo a la luz de mi nuevo deleite: el ocio.
No sé el efecto que tenga en mi entorno y en mis relaciones que, por largo tiempo, me han asociado con la idea de una persona laboriosa, trabajadora y diligente pero, ya que estoy disfrutando tanto mi nueva “actividad”, tal vez sea un momento de cambiar de imagen.
Así que, después de todo, Maslow tenía razón. El ocio y el descanso son parte importante de nuestras necesidades básicas y, dicho sea de paso, no hacer nada “útil”.  . . ¡es delicioso!

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