lunes, 10 de octubre de 2016

"GRACIAS, PAPA: Mi primer amor"

¿Aún recuerdas la pregunta, pá? Entonces era muy joven, casi una niña.
Con un bultito entre mis brazos, entré a tu casa. Aunque un poco estropeada por la cirugía, yo no podía dejar de sonreír y creo que los rostros de todos se convirtieron en mi espejo. ¡Era tanta la felicidad que ninguno podíamos esconderla!
Con un celo recién estrenado, abrí mis brazos para que todos la vieran. ¡Mi hija era todo dulzura! Pequeñita, con un tupé de muñeca y “naricita de alverjón”, como decía mi abuelito. Mis ojos quedaron atrapados por su imagen desde el momento que la vi y, más allá, aquella niñita se apropió de mi corazón.
“¿Puedes imaginar tu vida sin ella?”, me preguntaste sin preámbulo alguno.
Volví a mirarla y la apreté un poco más contra mí. Mi mundo se cimbró con la sóla idea de no tenerla conmigo. ¡Se había convertido en mi vida, mi razón de ser y lo único importante en mi mundo!
Su carita se desdibujó tras el pánico acuoso de mis ojos.
–¡No!–te respondí con la garganta engarrotada, –y no sé cómo he podido vivir sin ella hasta ahora.
Fue en ese instante que conocí lo que era “el primer amor”. Y aprendí, sin más escuela que sus manitas con uñas minúsculas, el verdadero significado de incondicional e indestructible. Por sus sonrisas, me doblegué al yugo de la maternidad, la más dulce de las esclavitudes, y entregué mi vida a la promesa de estar siempre para ella.
Fue, tal vez, la primera vez que yo pensé en el tiempo y me surgió el secreto deseo de ser inmortal para jamás faltarle.
El tiempo ha pasado y sigo adorando su mirada; aún sonrío cuando recuerdo ese temperamento que mostró desde que aprendió a caminar y yergo mi orgullo cuando hago el recuento –más que de sus muchos logros– de sus incontables muestras de fortaleza al levantarse de los tropiezos. ¡Mi Nena es una guerrera!
Nuestra historia, a pesar de que los años han pasado, sigue siendo una de amor. Con tiempos de paz y otros de guerra; de acuerdos y diferencias; enjarciada de complicidad e independencia. Y el saldo, con todo, sigue siendo el mismo: mi amor inquebrantable y eterno.
Si hoy, 34 años después, me hicieras la misma pregunta, papi, otra vez mis brazos la envolverían como alas protectoras y te respondería lo mismo, pues: ¡Sigue siendo mi vida, mi razón de ser y lo más importante en mi mundo! ¡Mi aguerrida e incansable emprendedora! ¡Mi inspiración! ¡Mi eterno primer amor!

¡Dios contigo, mi Nena, y yo junto a ti!

¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS Y MUCHOS MÁS!!!

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