La serie de reflexiones que llamé “Esperar” nacieron, esta madrugada, cuando mi mente se enganchó muy temprano con las dos noticias recibidas la noche anterior: mi nieto con probable necesidad de terapia y, mi padre, confirmado con cáncer.
Compartir mis experiencias, en la etapa de los cincuentas, fue la razón y consigna de este blog que inicié ya hace muchos meses, así que, con dos motivos importantes en mi vida, resolví escribir de ellos y sus efectos en mi espacio "cibernético" personal.
Y, un poco aventurada, terminé hablando en la serie de algo muy, muy importante y personal. . . mi fe.
Escribir fuera de mis políticas fue algo “extraordinario”, pensé. Pero, lo que ocurrió cuando di el siguiente “click”, me hizo ver que algo, mucho más que extraordinario, acababa de ocurrir. Algo que, sólo puedo explicar, mostrándoles lo que yo misma vi:
A mis cincuenta y uno, me estremezco al descubrir que Dios, no sólo atiende mi diario vivir sino, al parecer, ¡también lee mi Blog! Y "el que tenga ojos para ver. . ."
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