Las primeras imágenes que llegan a mi mente cuando alguien menciona la palabra placer son: viajes en familia, fiestas con amigos, una celebración especial u otros ejemplos de eventos fortuitos surgidos del azar. Pero, ayer aprendí, que existe una forma diferente y casi olvidada de vivirlo. Un estilo que incluye compromiso. Sí. . . compromiso, dedicación y disciplina.
Esa combinación de tres actitudes más suena a deberes escolares o proyectos de trabajo. ¡Nada más lejos de la verdad! ¿Cómo me atrevo a asegurarlo? Porque al escuchar el entusiasmo y pasión de mi amigo Fernando sobre la meta de clasificar y digitalizar su colección de miles de acetatos y ordenar en un archivo electrónico los otros tantos cientos de discos compactos, me hizo sentir su deleite al invertir una a dos horas cada noches para lograrlo.
Y no sólo es una nueva forma de organizar su preciada música pues, durante esos minutos íntimos y personales, escucha con atención melodías que lo transportan a las diferentes épocas de su vida. ¡Qué placer entregarse a una tarea tan deliciosa!
Y, a mis cincuenta y uno, comienzo a preguntarme, ¿cuántas oportunidades habré dejado pasar para disfrutar del hechizo de placeres simples por no haber pensado antes que, la disciplina y el orden pueden ser parte de ellos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario