lunes, 17 de octubre de 2011

"Aventuras"

A veces Dios me lleva a la aventura y yo, confieso, voy hacia ella con el mismo entusiasmo de. . . ¡Un gato en reversa jalado por la cola!
Y es que mis aventuras más notables, como aquel viaje por Egipto, tienen por lo menos un año de planeación minuciosa. Los riesgos, bien medidos, se intercalan entre itinerarios y programas. Así que, reconozco, ¡no tengo el valor de los pioneros!
Tal vez por eso la admiración por mis amigos es tan grande.
Ellos, a diferencia de mi pasión por encerrarme en la seguridad de los muros de mi casa, hace tres meses salieron de la suya para mudarse al país de origen de ella, los Estados Unidos.
Después de quemar barcos y rematar su pasado, se entregaron a la aventura de luchar para hacer de su sueño una realidad. Sus hijos, echando mando de la certeza del amor de sus padres, confiaron y los siguieron. Y hoy, 16 de octubre, abrirán por primera vez el negocio que habrá de servir para llevar el sustento a su mesa.
El corazón me salta al pensar en el momento en que esas puertas se abran y, con puños y ojos cerrados pido a Dios: Señor y Dios de los valientes, ¡bendice mucho a mis amigos!

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