Después de mucho pensar lo que diría a quien cree que ha empezado a amar, sólo entre mi propia historia, pude encontrar una pista para iniciar:
“Si empiezas el romance pensando en lo que recibirás, detente y sólo camina el amor si en tu pensamiento vive un deseo. . . el deseo de entregar.
Cuando toques la puerta del corazón de tu amado, piensa si estarás dispuesto a entrar para morir. Y no hablo de cortar tus venas para desfallecer sino de la muerte, la del día a día, para vivir: Entregando tus sueños para perseguir los del ser amado; renunciando hasta tu propia tierra para habitar en el del otro; dejando el ritmo propio de tus pasos para caminar al lado del de aquel que dices amar; levantándote cada mañana con las manos vacías de rencores y, con un corazón nuevo, para volver a amar. Y, si puedes ver morir aquella persona ideal en tu mente, nacida de tus necesidades para decidir amar las heridas, los errores y las dudas de quien ahora persigues, sólo entonces, ¡sigue adelante y deja de ser amante para ser mucho más!
Pero, si descubres que no, ¡huye, corre y vuélvete polvo! ¡No enturbies con tus deseos el agua de los anhelos de quien, sinceramente, te quiera amar!”
A mis cincuenta y uno, creo que estas serían las palabras, que sólo diría, a quien cree y espera tener amores como el mío. . .amores viejos.
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