martes, 15 de noviembre de 2011

"Tiliches"

Por años he mantenido la costumbre de depurar mi casa de los objetos que, si no han sido usados por los últimos seis meses, pierden su derecho de permanencia y son destinados a mejores manos que hagan buen uso de ellos.
A pesar de eso, los armarios y clósets acumulan nuevas adquisiciones y la labor parece interminable.
Para tal práctica, es mi discurso, no se debe desarrollar un apego hacia las cosas o la experiencia puede convertirse en un martirio semestral. Y confieso que, hasta hoy, el argumento me pareció muy convincente y sano.
Pero esta mañana, bajo el sol de otoño, acompañé a mi mami en un extraño repaso por los objetos que ha guardado por muchas décadas en una caja plástica con tapa azul. Aunque todas las cosas tienen algo que ver con su afición por el tejido de agujas, cada una de ellas tuvo una historia que recordar.
Un librito de hojas como piel tostada la inspiró para relatarme sobre las chambras que tejió para su primogénito, mi hermano, y otros modelos, con sus dibujos simples y códigos de puntada a un lado, le llenaron la memoria de nacimientos de hijos, nietos y hasta de bisnietos.
Tres prendas sin terminar, combinadas de rojo y azul, la hicieron carcajear por ser la evidencia de que, en las tres ocasiones, cometió el mismo error que la llevó a desistir de continuar la confección.
Estambres de varios tonos, unos tantos pares más de agujas de diferentes medidas, cuenta vueltas y hasta la nota de compra de las telas que utilizó para los primeros pañales de su segundo nieto, nos tuvieron entretenidas en los detalles más cotidianos y simples de su vida.
Los ojos de mi mami, llenitos de pasado, brillaban lustrosos mientras compartía conmigo sus relatos. Incluso, por instantes, parecía que los años que lleva cargando, se iban flotando al ritmo de sus memorias.
A mis cincuenta y uno, empiezo a cambiar de opinión sobre mi obsesiva forma de echar fuera las cosas que hoy me acompañan, pues me doy cuenta que, tal vez un día, necesitaré abrir alguna caja para rescatar los cachitos diminutos de mi pasado, a través de objetos simples y viejos, para endulzar mi presente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario