jueves, 24 de noviembre de 2011

"Decantando la razón"

“Ella no podrá cumplir su sueños arlequinesco”. . . La frase, en el muro de la red social, me dejó fría.
Después de una mañana de remordimientos, lamentaciones y perdones, el muro continuó trayendo una escalada de noticias que, como en dominó, fueron acomodando las dificultades de mi vida en diferentes escalas.
Las noticias fluían, una a una:
Una niña está muriendo de fase terminal y no podrá volar en globo aerostático. . . el sueño de su vida y que ya es corta; un joven recién casado, asignado como ingeniero de guerra en Afganistán, perdió ambas piernas y la mano derecha en la explosión de una bomba a su paso. . . ya no podrá correr con su bebé que nacerá en febrero ni juguetear con su esposa en la playa, a su regreso.
Esa pareja de la foto, con muchos años juntos, ahora intenta sobrevivir a la pérdida de la memoria reciente de él tras un accidente, mientras ella busca fuerzas para atenderlo en casa y, la recién nacida, hija de una pareja de expatriados, nacida a las 25 semanas, sigue luchando para aprender a respirar y ganar, gramo a gramo, una vida en este mundo.
Fue entonces que, las circunstancias en mi vida, bajo una perspectiva más clara y afinada por el torrente de noticias tan cercanas y reales a mi alrededor, empezaron a volverse livianas y perdieron sus aristas de conflicto.
¡Qué distinta es mi vida bajo esta nueva visión! Porque, ahora veo la bendición de que mi esposo, esta noche, entrará a casa caminando y, seguramente, con paso apurado para abrazarnos y celebrar los nuevos proyectos. Mi nieto, aunque no tenga los estándares de estatura ideal, es sano y feliz como pocos niños. Mi nieta, con todos sus revuelos y travesuras, está viva y soplará una vela de cumpleaños con sus amiguitos en un par de días. Mi hija, un día de estos o mañana, volará en un globo tomada de la mano del amor de su vida. Mi hijo, con pulso firme, seguirá escribiendo ensayos para avanzar en su preparación universitaria y se deleitará tocando el bajo por las noches porque, su mano derecha, está ahí, fuerte y completa. Y, mi esposo y yo, aunque a veces nos extraviamos en conflictos inútiles. . . seguimos juntos y con muchas esperanzas para disfrutarlas con toda la salud posible.
Sí, hace falta sólo un vistazo para decantar nuestros absurdos y quedar con la mente como agua clara y, de corazón. . . ¡Dar gracias por todo lo que tenemos y que no siempre apreciamos!
Hoy, con total convicción, quiero gritar: ¡GRACIAS, DIOS, POR TODAS LAS BENDICIONES! 
Ahora, ¡A CELEBRAR, CON UN CORAZON AUTENTICAMENTE AGRADECIDO, EL DIA DE ACCION DE GRACIAS!

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