Conozco los mandamientos y sé que uno de ellos dice: “No robarás”. Hasta hoy, creo yo, lo he cumplido. Pero las necesidades cambian y mi código, al menos por un momento, también. Y, es que si no lo hago, corro el riesgo de desaparecer.
Por eso, con conciencia y responsabilidad, robo la inspiración de Tchaikovski y la clavo en el muro donde la gente parece recordarme. No tengo mucho que decir de mí pues me he vaciado y, si guardo silencio, el único lugar donde estoy virtualmente presente, en la memoria de los otros, también me habrá olvidado.
Esa es ahora mi tragedia. Que yo, de tanto vivir sobre los ejes ajenos, me he olvidado de mí y ya no sé siquiera si antes he existido. Hasta comienzo a sospechar que en algún momento y sin darme cuenta, me morí.
Necesito, pues, que Tchaikovski me guarde mi lugar y que con sus notas entretenga a quienes me hayan conocido, al menos, mientras me busco y veo si me encuentro y, si descubro que realmente morí, escuchen la melodía. . .mientras me reinvento.
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