Cuando la fe se torna integrista. . . la he convertido en legalismo rígido y ha dejado de ser la fe viva que habla de amor;
Cuando la manipulación se disfraza de amor. . . es porque ha dejado de ser amor y la he convertido en egoísmo que intenta proteger desde el miedo;
Cuando el arma es el miedo. . . no sólo destruye al otro a quien estoy heredando mis temores, sino anula mi razón;
Cuando la razón se vuelve absoluta. . . he intentado robar a Dios su derecho a ser Él el que dirija, imponiendo las limitadas ideas de mi mente;
Cuando la mente se estrecha. . . quien queda atrapado en el legalismo, la manipulación, el miedo, el autoritarismo y la limitación, soy yo.
Cuando mi prójimo me vive así, se decepciona, se desconcierta, se exaspera. . . muere su fe.
Y, cuando yo me doy cuenta y lo entiendo, me arrepiento, me avergüenzo y. . . pido perdón para, entonces, revivir mi propia fe perdida.
Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? — Marcos 4:40.
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