sábado, 5 de noviembre de 2011

"¡Observa!"

-Antes de iniciar su proyecto, por favor, ¡primero observen!- sugirió el maestro y técnico en hidroponia a mitad de la clase.
Después de su exposición sobre todas las variables que debíamos considerar para lograr instalar nuestro cultivo de hortaliza con la técnica y ver nuestro entusiasmo, su siguiente recomendación nos orientaba a detenernos en el desbocado intento de comenzar.
¿Y qué debíamos observar?. . . ¡El espacio. . . al “natural”!
-Antes de tratar de armar o modificar condición alguna, debemos reconocer si el lugar era ideal por su temperatura, humedad, orientación e iluminación. ¿Para qué cambiar algo que sí funciona? Y, más importante, debemos reconocer sus cualidades y bondades sin nuestra interferencia-, explicó el maestro.
Reitero, me sigue pareciendo que, esto del cultivo hidropónico, es muy útil para aplicar en la vida diaria.
Porque, ¿cuántas veces no iniciamos una relación sin antes observar al otro, sus valores, su manera de reaccionar en momentos críticos o la forma en que se relaciona en familia? Y, todo eso, antes de que nuestra presencia altere el curso natural de su temperamento o conducta.
Creo que, las más de las veces, llegamos a la relación con nuestro proyecto personal de pareja bajo el brazo y nos damos a la tarea de tratar de transformarlo, en el menor tiempo posible, en lo que se ajuste a nuestra necesidad. Pero, desafortunadamente, nuestra precipitación rara vez trae algo más que no sea desilusión y frustración.
Así que, después de encontrar la utilidad del cultivo hidropónico a las relaciones interpersonales, me atrevo a sugerir que, como curso prematrimonial, las parejas deberían aprenderlo si aspiran a tener cosechas abundantes y sabrosas de su futura relación.

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