¡Escuchen mi denuncia!
Ayer, en un descuido, ¡Ella me robó el corazón!
Cuando de puntitas merodeaba, me fascinaron sus ojos entornados
mientras me platicaba su última aventura. Y ese caminar decidido hasta el reto
de la repisa más alta, terminó de cautivarme. Cuando, con fingida pericia,
recogió mis cabellos sobre la nuca para atarlo en un moño, mi corazón, sin
remedio estaba perdido de amor.
Pienso en mi nieta. Recuerdo y suspiro al descubrir que, hoy, sin remedio,
he vuelto a enamorarme de esa niña igual que ha sucedido durante sus 1407 días de
vida. Y sé que, casi como una interminable condena, cada día que me queda, me
robará el corazón con sus sonrisas.
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