“¡En sus marcas, listas, fuera!”, grita el juez de salida cuando
inicia una carrera femenil.
“¡Lista!”, anuncia el peinador a la novia, concluida su labor.
Pero, mi suegra, repetía: “Lista es, la que listas hace”. Y he
aprendido que, sin ellas, nada iniciaría, como esa carrera y nada llegaría a
buen fin, como el peinado.
El tiempo, siendo un recurso finito para el ser humano en esta tierra,
requiere de una administración sabia y minuciosa. Y, las listas, son la
herramienta más barata y simple de usar para lograr su óptima utilización.
Los propósitos anuales son, nada más y nada menos que listas. Las
agendas, esencialmente, son listas con orden, prioridad y horario y, los papeles
en los bolsos con los faltantes en la cocina, son las listas que resuelven la
alimentación familiar. Una vida sin listas, casi puedo asegurar, puede vivirse
de manera errática y mucho menos productiva.
Mi costumbre, por influencia de mi suegra, es hacer listas los lunes
y, en una hoja aparte, escribo las cosas que tengo pendientes de hacer. De esa
lista “secreta”, elijo actividades para esos momentos en que puedo declarar “no
tengo nada que hacer” y, dependiendo del tiempo disponible, tomo una opción y
aprovecho esa libertad.
Las listas, además, tienen la magia de traerme satisfacción cuando
hago un recuento de los avances palomeados y, no sólo eso, también me ayudan a
ser más sabia.
Hoy, por ejemplo, mi lista la encabezaban los últimos pendientes de la
mudanza e instalación en la nueva casa y, cuando vi el final, noté que el orden
estaba equivocado.
En los últimos renglones, aparecía “Visita para hacer jardinería y
galletas con mis nietos”. ¿Es correcto que esto aparezca en los últimos
lugares? Y, con toda certeza, respondí que NO.
He aprendido que el orden y la organización son buenos pero, si restan
importancia a aquellas actividades que dejan un recuerdo de amor en otros,
entonces mis prioridades están equivocadas.
Así que, una vez puesta mi lista de cabeza, he puesto manos a la obra
y espero, escribiendo estas líneas, mientras llegan aquellos con los que
inician mi lista.
¡Tarde de jardinería y repostería! ¿Quién se apunta?
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