Si no tengo los pies calientes, no puedo dormir. Y si no duermo bien, ni mi rendimiento al día siguiente, ni mi carácter, ni mi forma de abordar los deberes son buenos. Así que, los “pies calientes” antes de dormir, son una condición que puede definir mis días. E igual ocurre con el baño caliente al iniciar el día o una habitación ordenada para relajarme y disfrutar la intimidad. Y, unos zapatos cómodos, pueden convertir un día de compras en un paseo delicioso o arruinar el día de una dependienta algo lenta en el almacén.
Mi lista de “necesito esto porque es importante” ha sido elaborada después de años y años de autoanálisis. Y, aunque he logrado “casi” superar algunas condicionantes para mantener mi equilibrio, otras son cosas que, debo reconocer, me ayudan mucho a que mis días sean mejores. Para muchos, seguramente, esto suena a inmadurez, falta de adaptación o dependencia. Para mí, es autoconocimiento y sigo invirtiendo mi atención para observar las cosas que detonan, tanto mi bienestar como mi malestar. Y, aunque parecen ser intrascendentes, en mí, son temas que han apretado mis botones sin yo saberlo, activando reacciones que no siempre resultan agradables en mi entorno.
Aunque sé que el dominio propio se ejercita con circunstancias no siempre tan gratas, he decidido elegir mis batallas, así que, si puedo proveerme de esos pequeños satisfactores, les aseguro. . . ¡el mundo que me rodea saldrá ganando!
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