Eliminar cuatro kilos extras, en realidad, no ameritan un renglón en mi listado de propósitos para el 2012, al menos, no para mí. Pero, algo más que eso, es un reto importante y motivo de salud para mi esposo. Así que, como un acto de solidaridad, me uní a su programa de alimentación y cambio de hábitos.
Si vamos a un restaurante, más que lanzarnos miradas o señalar los alimentos “prohibidos”, buscamos opciones que podemos compartir y que se apegan a las instrucciones médicas. En vez de convertir mis platillos en una tentación para él, elegimos juntos y ahora ¡somos cómplices en, ésta, su meta!
¿Cómo lograr llegar a mis metas si, a la mitad del camino, mi ánimo decae o pierdo perspectiva? Dice la Biblia que: “Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero”. . . entonces, creo que ¡necesito un cómplice en cada una de mis metas!
Para alguien como yo, con viejas costumbres de andar en solitario, la nueva propuesta es bastante revolucionaria pero, confieso, muy atractiva. Así que, manos a la obra y, ¡a buscar aliados para alcanzar mis objetivos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario