jueves, 21 de abril de 2011

"Para los viejos"

Ahora nos parece extraño que una persona joven haga, abiertamente, alguna inclusión en Facebook referente a Dios o sus creencias. ¡La religión es para los viejos!, escuché una vez decir.
Hoy, tomando café a las once de la mañana y escribiendo en mi cama, me viene la frase a la memoria y, siendo tan reciente mi cumpleaños, trato de clasificarme conforme a esa aseveración. ¿Pertenezco ya al grupo de los “viejos”? ¿Es ese el motivo de mi fe? ¿Qué hace suponer que los viejos necesitan de Dios y no los jóvenes?
Recuerdo haber mascullado esa frase antes y mi conclusión, en el tiempo en que nada conocía de Dios ni le amaba, fue que parecía el último recurso para sobrellevar la vida tras haberlo intentado todo antes. Hoy, aunque me río de mi respuesta, me doy cuenta que algo tiene de cierto para muchos de nosotros. ¿No fue hasta que viví la decepción más grande con el género humano y que viví la frustración de mis limitaciones para salir de la circunstancia que me tenía atrapada que volví a pensar en Dios? La verdad, esa fue la razón para que comenzara a buscar respuestas en Dios.
Por eso, cuando un joven se entrega a su fe en Dios es difícil de comprender y hasta de creer, porque, ¿qué pudo haber intentado en la vida a su corta edad?
Mi mente se entretiene con el “hubiera”. ¿Y si hubiera conocido de los principios de Dios desde joven. . . me habría ahorrado muchas caídas? Pero, y si no hubiera sufrido de esas caídas, ¿podría reconocer mi necesidad de Él tan claramente y lo amaría con tanta intensidad?
Como muchos caminos que incluyen el “hubiera”, me encontré en un callejón sin salida. Así que, me regreso a mi presente y concluyo: si la fe es para los viejos, ¡bienvenida la vejez!
A mis cincuenta y uno, sin importar como llegué, me alegro de tener a Dios como eje y pilar de vida.

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