domingo, 17 de abril de 2011

"Inversiones"

No cabe duda, ¡los perros son buena paga! Y Ashley, la perrita gran danés de mi hija, me lo recordó el día de ayer.
Después de más de tres semanas de separación, ayer, por primera vez, Ashley y mi hija se reencontraron. Emocionada, la perrita saltaba y la miraba con ojos inconfundibles de gusto. El tiempo y cariño que su dueña ha invertido en ella está dando dividendos.
Y, observo que la gente más rica, aclarando que no hablo de dinero, es aquella que invierte en los demás antes que en sí misma. Lo mismo una mamá que destina el mejor tiempo para convivir con su hijo, al paso del tiempo, recibe la satisfacción de ver a un hombre pleno y seguro de sí mismo.
O el esposo que, resistiendo la tentación de vivir para el trabajo o para el golf del fin de semana, se esmera para estar atento a las conversaciones y necesidades de su esposa, al final de su vida, tendrá el privilegio de envejecer con su compañera.
Y, ¿que tal con los jóvenes? Aquellos que toman el tiempo para responder a los mensajes de sus amigos, recuerdan sus cumpleaños, envían una nota cariñosa a sus abuelos, ayudan en los deberes a sus hermanos menores o apoyan a sus padres en las cargas familiares. Tarde o temprano, recibirán duplicado el amor que prodiguen a los demás y no les faltará una mano amiga en los tiempos de necesidad.
Cualquiera, también, puede aplicar su tiempo en los extraños, aquellos necesitados como adultos mayores solitarios, niños abandonados en los orfanatorios y, bueno, las opciones son interminables.
Al igual que un portafolios financiero, las inversiones más sanas y equilibradas, son aquellas que se diversifican. Y, el recurso más valioso, parece ser el tiempo.
A los cincuenta, sonrío al confirmar que, como siempre, Jesuscristo tiene razón al decirnos: “Porque es más bendecido aquel que da que el que recibe”.

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