"Slow down, Europe” (“Baja la velocidad, Europa”) es la frase que invita al ciudadano de la comunidad europea a vivir una vida más lenta pero con más calidad. Y creo que en mucho aplica para nosotras, las mujeres que hemos llegado a los cincuenta, no sólo por ser más congruentes al nuevo ritmo de nuestro cuerpo sino para darnos el tiempo de paladear cada festejo, actividad o momento.
Aunque, en mi caso, una de las razones para desacelerar mi ritmo de vida fue el tema de la salud, también vino del cambio de circunstancia: el nido vacío. Cierto es que la soledad en casa fue difícil de vivir en algunos momentos pero, también, la posibilidad de que surjan momentos de intimidad con mi esposo o de recogimiento personal se dan ahora con mucha más facilidad.
El canje en este cambio se vuelve por demás venturoso: las largas listas de actividades se acortan y, de no cumplirse, son suplidas con sana indulgencia; la prisa de abarcar más de la vida cambia a una sabia selectividad y las fiestas multitudinarias quedan atrás para dar espacio a encuentros más reposados y más llenos de conversación.
Sí, es lindo llegar a los cincuenta y comenzar a vivir la vida con “más tiempo” en lugar de que la vida, con sus prisas, me siga viviendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario