El pensar en la incertidumbre de mi nieto, que ya percibe más que su hermanita cuando la rutina se altera, y la posibilidad de llevar un momento de alegría a mi hija al recibir la visita de sus hijos, hice los arreglos para que los niños fueran a verla al hospital. En mis mejores esfuerzos, logré configurar que lo hicieran aunque fuera por separado.
De la manera más positiva expliqué a mi nieto la razón por la que mami estaba en el hospital, lo que el médico había hecho y aproveché para sembrar la idea de que él podía ayudar a mamita obedeciéndola porque no podría caminar por algunos días. El niño, atento a mi explicación, pareció asimilar todo sin problemas.
Emocionado, decidió darle la sorpresa escondido atrás de una almohada antes de entrar a la habitación. Entre risitas y saltitos de emoción, caminó hasta la entrada y cuando hizo su aparición final, pude ver en su rostro asombro y temor. ¡No era lo que esperaba!
Ayudándolo a reponerse lo tomé entre mis brazos animándolo a que se acercara. Sus ojos no parpadeaban y pude sentir su corazoncito latir a toda velocidad. Con la mirada pasaba de su mami al suero que colgaba del techo hasta que finalmente preguntó: ¿Por qué tiene ese mi mamá?
Mi hija, que no dejaba de hablarle para tranquilizarlo, lo invitó a subir a la cama. Darle un beso y la cercanía lo fueron animando y su palpitación se fue normalizando. Con calma, mami le explicó la razón por la que estaba en cama pero que al día siguiente estaría de vuelta en casa. A pesar de todo, el niño quería irse pronto y tras una breve despedida de su bisabuela, que también estaba en la habitación, y de mamita, salimos de la mano, él más tranquilo y yo con el corazón acongojado.
Mientras caminábamos por el pasillo de salida resolví que mi nietecita no visitaría a su mami. Comprendí que mis ojos, que han visto tantas cosas, y la pureza de las de aquellos dos pequeñitos hacía que la misma imagen tuviera un impacto de forma muy distinta.
A los cincuenta, sigo aprendiendo que, en todo, no sólo es mi perspectiva la que refleja la realidad y que nuestra experiencia de vida para entenderla es única, personal y válida.
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