domingo, 18 de diciembre de 2011

"Obsequios"

El clima, las prisas, las listas interminables de pendientes antes de que las vacaciones inicien, van impregnándome la mente de un solo pensamiento: “¡Llegó la época navideña!”. Y, por si no se notara, en mi entrada, no aparece lo que nunca faltó en años anteriores. . . las compras.
Sí, las compras de este año se han limitado a lo indispensable. Víveres, gas para el calentador y, como única compra extraordinaria, el árbol natural que ahora es la decoración estrella a mitad de mi estancia.
La globalización y los ajustes económicos mundiales no nos excluyeron. Nuestra familia, privilegiada por demás, vivirá el primer año sin regalos costosos o, ¿debería aclarar que será sin regalos? Seremos, tal vez, la versión moderna de aquella caricatura que nos despedía de casa antes de partir a la celebración de Nochebuena, en la casa de la abuela, durante mi infancia: el Grinch. ¡Cuánto disfrutaba de ese final! Los niños felices, entonando un villancico y tomados de la mano, se reunían a pesar de que no habían encontrado caramelos y regalos al abrir los ojos a la Navidad.
Y, hoy me pregunto, ¿no será la oportunidad tan esperada desde que comprendí, hace 9 años, el verdadero sentido y motivo de la Navidad? ¿Podrá mi familia, al igual que aquella película infantil, tomarse de las manos y alabar por el nacimiento de Jesús? ¿Tendremos bien sembrada la razón para la celebración y viviremos con alegría todos los motivos de gratitud a Dios? No lo sé.
Aunque resulta algo extraño e inquietante, mi corazón se estremece ante la posibilidad de que, sin regalos esta Navidad, miremos a ese día especial con los ojos sabios del amor y recordemos con amor el nacimiento de Jesús, mi Salvador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario