martes, 27 de diciembre de 2011

"Divorcios"

Cuando las cosas ya no funcionan, la decisión es impostergable: debo erradicarlas para dar paso a lo nuevo. Y, a cuatro días de un nuevo comienzo, tengo esperando en mi puerta un inevitable divorcio.
Sí, no sólo debo separarme de lo que está estorbando sino, con toda determinación, empacarlo y echarlo fuera de mi vida.
Comenzaré por los recuerdos que, de sólo pensarlos, me pesan en el alma. Así como nadie, en su sano juicio, guarda una cáscara de naranja después de exprimir el sumo, tampoco tiene caso mantener en mi memoria los eventos que tanto dolor me causaron si, ahora, ya me han entregado la enseñanza y experiencia. Así que, ¡adiós malos recuerdos!
También, hoy, me divorcio de la dependencia a relaciones que sólo me han arrastrado a la frustración de la necedad. Necesito dejar atrás la falsa esperanza de poder influenciar su voluntad y aprender a esperar a que, cada uno, aprenda de su error y crezca a través de él.  ¡Adiós a las relaciones inútiles!
Tampoco queda espacio, en mi vida, para las prisas eternas y la fantasía de que puedo hacer caber más actividades en la agenda de las que en realidad puedo atender. Así que, con firmeza, franqueo mi puerta con un “NO” a la sobrecarga de trabajo y doy la bienvenida al “Sentido común”, mi nuevo portero para la entrada de compromisos a mi vida. ¡Adiós, exceso de trabajo!
Otro viejo compañero de viaje, el “Perfeccionismo”, tendrá que ser despachado. El desgaste que me deja nuestra relación amerita un remedio drástico y, la única solución, es nuestro divorcio. Su exigencia y estándar, a lo largo de los años, acumuló un cansancio del que me es difícil sobreponerme. ¡Adiós, perfeccionismo!
Y, para terminar de limpiar mi armario, empaco el enorme bagaje de “expectativas” que guardé, por muchos años, de la gente importante y significativa en mi vida. Después de tantos años, caí en la cuenta de que, entre más tiempo pasa, van pesando más y más lejos está el tiempo de que se cumplan. Si las expectativas se marchan, un enorme espacio queda para la “aceptación” que, por lo que he observado, es infinitamente más ligera y hace fluir las relaciones mucho más. ¡Adiós, falsas expectativas!
El tiempo apremia y el gran día del nuevo comienzo se acerca. Y, con los divorcios necesarios decretados, avanzo ligera al renacimiento anual.

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