Aunque no tengo ningún conocimiento formal en el arte de la fotografía es algo que disfruto hacer. Algunos de mis placeres “especiales” incluyen comprar cámaras, software para edición de imágenes y armar videos que muestren la vida de la gente. También, me gusta capturar aquellas escenas que incluyen pasajes, obras de artes, edificios, puertas o esculturas. Las puertas y las fachadas, en particular, me invitan a soñar tratando de adivinar lo que los muros podrían contarme de sus moradores e imaginar lo que, al cruzar la puerta, podría llegar a encontrar.
Pero, han sido las esculturas las que, muchas veces al momento de editar, me han hecho pensar en cuán diferentes se ven las cosas cuando aplicamos el “zoom”. La forma en que la figura escultórica se despliega en un principio nos imprime alguna sensación: nos alegra, nos acongoja, nos atrapa o nos agrede, y conforme a eso, tomamos la decisión de que nos gusta o no nos gusta. Es cuando nos detenemos a verla de cerca que los detalles se revelan. Vemos si tiene uniones, rellenos o alguna imperfección y, todo eso, nos habla de la verdadera forma de trabajar del escultor. Entonces, ya no sólo tenemos una sensación sino una opinión más concreta de su creador y la obra misma.
Lo mismo sucede cuando aplicamos el “zoom” a la vida de la gente. Tal vez, antes de eso, su impronta, su manera de moverse o hasta de hablar definirá lo que sentimos en su compañía. Pero, cuando comenzamos a mirar su existencia más de cerca, vemos los defectos, los errores de su pasado, sus inconsistencias y tal vez, descubramos que lo que veíamos en ella “a lo lejos” no era del todo precisa con la realidad de la persona.
¿Qué hacer cuando nos encontramos con la otra realidad de la gente que esa nueva vista a detalle nos devela?
A los cincuenta y uno, he llegado a la conclusión de que, al igual que esas obras de arte, todas las personas tienen un lado hermoso que mostrar, artísticamente fabricado para vivir en la sociedad, y que las imperfecciones que se ocultan a la distancia son, esencialmente, su verdadera belleza.
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