¿Qué cómo terminó en la calle?
La historia de Juan es, como la de tantos indigentes, tan frecuente que
parece haber perdido su matiz trágico para volverse “cotidiano”.
Conflictos en un hogar disfuncional, adolescencia que cataliza la falta
de lazos y educación, y un chico que es echado de casa. De ahí, la soledad de
las calles. Soledad que sólo se cura con compañía y, como casi todo en esta
vida, la compañía tiene también su precio: alienación, la llamarán algunos; para
mí es la clonación de historias de soledad, replicándose sin descanso y
alcanzando a cada vez más jóvenes sin hogar.
Después, para atenuar el hambre, el frío, la soledad y el abandono, aparecen
la droga y el alcohol. Luego la ignorancia esconde las pocas alertas que estos
jóvenes han escuchado y vence la necesidad de sobrevivir.
Con las reminiscencias de los anhelos que todo hombre tiene, Juan quiere
construir un hogar para su compañera y su hijita. Quiere salir de la calle y no
repetir la historia de la que ha surgido. Así se propone luchar, primero con
sus adicciones y después con el pantano de su circunstancia.
Viene a su memoria una mano que, no hace mucho, se tendió para ayudarlo a
salir. Aquella mujer del puesto de tacos, su última empleadora.
-Es tu última oportunidad –le advierte ella, antes de anunciar las
condiciones–pero te presentas bañado y bien vestido con ropa limpia, el lunes a
primera hora.
¡Juan tiene una puerta abierta para salir de la calle! Ahora sólo tiene
que conseguir ropa para presentarse a trabajar y tomar un baño.
¿Qué cómo se hará de ropa y dónde tomará una ducha? La fuente que está
frente al refugio no es opción o terminará en la cárcel. Así que, optando por un
riesgo menor de ser detenido, limpia parabrisas –con permiso de los dueños de
la esquina que quieren echarle una mano, pues será algo temporal–; después
compra unas paletas y las vende en otro crucero –siempre con autorización de
los propietarios– y, finalmente, junta lo suficiente para llevar a su familia a
un hotel muy modesto.
¡Vaya que ha de luchar con la tentación al verse con dinero! ¡Cuánto
alivio le traería un poco de droga o tal vez un trago de alcohol!
Pero no. Se debate, lucha contra la exigencia y debilidad del cuerpo. Y
si lo logra, podrá haber una nueva vida
para Juan.
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