Él: Gracias, Señor, por mantenernos hasta el día de hoy, juntos y con vida. Sobre todo con vida, gracias a que has aplacado nuestros instintos criminales en medio de nuestras diferencias.
Ella: Gracias, Señor, por mantenernos hasta el día de hoy, juntos y con vida. Sobre todo juntos, en especial el día que escondiste las llaves de mi auto hasta que mis deseos de cruzar la puerta para no volver se esfumaron.
Él: Gracias, Dios, porque sólo puedo pensar en mi esposa y, sobre la falta de memoria que empieza a atacarme, ayúdame a que no me ocurra cuando ella me ha encargado algo.
Ella: Gracias, Dios, porque aún disfruto de todos los lindos recuerdos que tengo de nosotros juntos, ahora sólo permite que la mala memoria la aplique a sus faltas y que no las “atesore” como armas en el presente.
Él: Gracias, Padre, porque no ha faltado en nuestra mesa Tu provisión ni un solo día, sólo te pido un poco de fuerza de voluntad para no querer consumirla en una mala sentada. . . afecta mi imagen ante mi esposa.
Ella: Gracias, Padre, porque no ha faltado Tu provisión en nuestro hogar, sólo te pido que Tu provisión siempre supere al porcentaje de devaluación y alza de precios del país.
Él y Ella: Gracias, Padre, porque a pesar de las hormonas, nuestros abrazos mantienen la flama y el calor de los primeros días, sólo te pedimos que no se añadan los bochornos en esos momentos mágicos.
Él y Ella: Gracias, Dios nuestro, por nuestros hijos a lo que sabemos, has educado mejor Tú que nosotros. Aun así te pedimos que, por gracia, nos dejes saber de vez en cuando que sus corazones van por buen camino.
Él y Ella: Gracias, Padre nuestro, por nuestros nietos que son de tanta alegría. Sólo recuerda cuidarnos la espalda, dar fuerza a nuestros brazos y sabiduría a nuestros corazones para no darles más de la cuenta y arruinar Tu labor en ellos.
Él: Gracias, Señor, por el trabajo que jamás ha faltado y, te pido, que aunque yo me equivoque, tú subsanes mis errores y no falte fruto para llevar a casa al final de la jornada.
Ella: Gracias, Señor, por el trabajo que jamás ha faltado y, por favor, sigue dando creatividad a mi esposo para encontrar las nuevas oportunidades. . . ya sabes que, en este mundo, somos desempleados naturales después de los cincuenta.
Él y Ella: Gracias, Señor, porque aún podemos reírnos y disfrutar de las nuevas arrugas que se marcan en nuestro rostro. Que nunca nos falte el buen humor, la risa fácil y líbranos, Señor, de caer en la tentación de tomar la vida “demasiado en serio”.
Él y Ella: Gracias, Dios, Señor y Padre nuestro, por la salud y te rogamos que, si has de probar nuestra fidelidad a la parte de los votos que dice “en la salud y en la enfermedad”, de ser posible, lo dejes hasta el final de nuestras vidas. Y que, cuando decidas cambiar nuestro estatus de casados, sea al de “viudo/a”, que sea a mí a quien le toque llorar por ello y no al amor de mi vida.
AMEN
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