lunes, 20 de junio de 2011

"Miradas"

“Después de la tempestad viene la calma”, frase muy escuchada y muy cierta. Hoy, después de semanas de agitación, angustia, esperas y desesperes, tuve una caminata por el pueblo en compañía de Lorenzo, el Gran Danés de mi hija. Caminando a su ritmo, pues aún convalece de su cirugía, me dio tiempo de disfrutar de las calles adoquinadas y las fachadas adornadas con buganvilias, hiedras y llamaradas. ¡Lindo espectáculo es deambular por un pueblito pequeño!
Pero algo más me llenó de placer, algo que me endulzó el alma y me conectó con la humanidad. . . algo muy distinto a “conectar” con el mundo: ¡Las miradas!
Al pasar junto mi vecina, dueña de la tiendita de la cuadra, ojitos matizados con rayitas en sus comisuras y una sonrisa me dieron los buenos días. Un hombre con herramienta, también, me regaló el saludo inclinando la cabeza cubierta por un sombrero de paja. ¿Qué nos pasó en la gran ciudad que nos hemos perdido de estos encuentros de miradas instantáneos?
Mientras continuaba mi camino decidí ser uno más de los habitantes de mi pequeño pueblo adoptivo y tomar la iniciativa en la siguiente oportunidad.
Una joven mujer con su niño en brazos fue mi primera avanzada y, por recompensa, recibí de regreso el destello de una dentadura blanca. La caricia de ese gesto amable hizo cosquillas en mi corazón y, caminando el resto del trayecto, no perdí oportunidad alguna para repartir saludos.
A los cincuenta y uno, sigo descubriendo experiencias que me inyectan la alegría de los tesoros simples que la humanidad resguarda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario