Estoy convencida de que la vida es como una interminable obra de
teatro, donde cada uno de nosotros elige un papel y lo desempeña en los
diferentes actos. Cada circunstancia, un acto, nos da la oportunidad de
seleccionar el rol que queremos interpretar.
Así encontramos a los protagonistas de la historia de nuestras vidas:
Está el villano que, aunque parezca mentira, no es tan fácil de
identificar pues en nuestra sociedad, con la confusión de valores, ya no
estamos seguros que es el bien y el mal, como tampoco podemos saber si la
actuación va en uno u otro sentido. ¿No es el caso de quien asesina a un bebé,
abortando? ¿Víctima o villana?
La víctima, el personaje al que todos podríamos señalar como el
sufriente en la circunstancia, también tiene sus ventajas. El poder que ejerce
sobre los que la rodean, mostrando sus reclamos y sus dolores, a veces compite
con el líder del reparto. Tal vez, en el caso de los niños, este rol sea el más
genuino pues ¿quién no ha visto a un niño siendo usado por sus padres como arma
o moneda de cambio, sin que nadie levante la voz por ellos o luche por sus
derechos? A los niños, casi por definición,
en una situación de crisis de adultos, les toca llevar el penoso rol de
víctimas.
El más popular y el más reñido de los papeles es, sin duda, el de juez
y le sigue el de verdugo, aunque nadie lo quiere reconocer.
Para quien se queda con el personaje del juez, una estela de
reconocimiento secreto se extiende a sus espaldas. A él, con el mérito de tener
pecados y errores más “pequeños” (en su propia opinión, por cierto) que el
juzgado, se le concede el derecho de señalar al culpable y dictar sentencia. “Tú
sí mereces perdón. . . tú no. . .”, dicta el juez y la consecuencia se impone
por la aplicación de su criterio de selección.
Quien ejerce el rol del verdugo, en muchas ocasiones, se mezcla con el
de la víctima. ¿Acaso no han visto a una ex esposa crucificar al padre de sus
hijos, borrándolo de su vida,por las heridas que ella sufrió, olvidando su
participación en esos pleitos y no asumiendo sus propias culpas? Ella, cual
verdugo, corta la cabeza y se levanta en el pedestal de la víctima, papel que
en realidad es natural para los hijos.
Los héroes. . . los héroes en estos días son poco populares. A riesgo
de ser llamados entrometidos, la mayoría opta por jugar el papel de relleno,
fuera del protagonismo y quedarse con la tranquilidad del que observa y no
busca problemas. ¡Suficientes tiene ya con los suyos!, es su excusa. Así es
como, los caudillos de antes, van quedando en el olvido y la obra de nuestra
vida transcurre con historias de injusticia, sin la esperanza de que alguien
luche por las verdaderas víctimas. Pero. . . así es la vida.
Ahora te pregunto, ¿qué papel juegas tú en la historia de tu vida?
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