domingo, 12 de julio de 2015

"Y UN BUEN DÍA. . ."

Y UN BUEN DIA. . .
Entendí que unos centímetros de más en el trasero no me hacen un Botero; que las piernas delgadas son más ligeras y pueden recorrer grandes distancias; que la B es una buena talla y que un tatuaje sobre mi piel tiene más historia que un buen libro de cien hojas.

Y UN BUEN DIA. . .
Reconocí que más que el mar me gusta el bosque; que prefiero Coyoacán a los cócteles; que odio el sostén y amo el encaje en el bikini; que cuando mi corazón se siente enamorado, sólo puedo hablar con poesía; y que mis mejores momentos los he pasado despeinada.

Y UN BUEN DIA. . .
Descubrí que mi felicidad no depende de que me digan un “te quiero”; que siempre es mejor poder decir “te amo”; que la distancia o el tiempo son conceptos; que prefiero los abrazos que un buen suéter; y que el único amor realmente imposible es aquel que un día olvidamos.

Añadir leyenda

Y UN BUEN DIA. . .
Dejé de contar mis errores pues supe que siempre habría alguien más para contarlos; que un día tuve que salirme del camino para seguir viviendo; que todos –y el que no se engaña –tenemos nuestros secretos; y que el día que me le escabullí a la vida para haraganear un rato en el pasado, ese día – ella y yo –nos pusimos a mano.

Y UN BUEN DIA. . .
Aprendí que puedo volver a tierra firme sin cargarme de amargura; que soy capaz de enredarme en los deberes sin perder el brío; que sé caminar en realidades sin que me atrapen sus raíces; y que prefiero ser arena –no roca – aunque me gusta más ser agua, viento. . . o tal vez fuego.


Y UN BUEN DIA. . .

Amanecí con la idea de que el seis es un buen número. ¿Que porqué?. . . ¿Y porqué no?

Y UN BUEN DIA. . .
Me di cuenta de que no me gusta los halagos; que me atosigan lo consejos; que nadie jamás entenderá lo que ocurre entre mis rizos; y que huyo de ser vista como ejemplo pues sólo yo –y sólo yo –sé quien soy y lo que he sido.

Y UN BUEN DIA. . .
Descifré que mientras me vestí de esposa, me convertí en amante, nací como madre y me estrené de abuela, alguien llamado “yo” –en un rincón de mi existencia –seguía viviendo, esperando con paciencia a ser resucitado; y que, aunque amara todos los reflejos que nacían de ese "yo", según la circunstancia, todos ellos dependían de él –mi olvidado yo – para seguir viviendo.


Y UN BUEN DIA. . .

Cuando caminaba lejos de las rutas –jalando una profunda bocanada de aire para salvar mi alma – acepté la realidad de que ya no espero la naipe más alta del “hubiera” para continuar el juego pues –lo quiera o no, al final del juego –la vida se sacará el as bajo la manga y así, sin más, ¡me ganará la partida!

No hay comentarios:

Publicar un comentario