Caminé sin rumbo y me
sorprendí cantando.
Escuché música y me sorprendí danzando.
Me topé con gente y me
sorprendí mirándola a los ojos, sonriendo.
Volví a la soledad de mi
refugio y me sorprendí anhelando
un abrazo.
Hundí la yema de mis dedos
entre mis rizos y me sorprendí deseando.
Escuché risas de niños y me sorprendí soñando.
Respiré hondo hasta ensanchar
el cuerpo y me sorprendí. .
. viva, renaciendo.
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