sábado, 4 de mayo de 2013

¡Feliz no cumpleaños!


Hoy, 4 de mayo, no se apagará una vela sobre el pastel. . . ¿o sí?
Desde el amanecer, un pensamiento inundó mi despertar: Mi amigo Guillermo cumpliría un año más de vida. Y el pensar que la vida lo abandonó, me hace apretar los ojos para evitar el enfrentar la realidad. Entonces, se forma en mi mente un caleidoscopio de recuerdos y sus reflejos tiñen los sentimientos que habitan en mi corazón.
En el multicolor de mis memorias, surgen frases y anécdotas que me hacen reír. Entremezcladas brotan aquellas veces que, con su típica picardía, logró hacerme sonrojar y exclamar, ¡eres incorregible, colega! Pero, junto con esos pasajes formados por los pequeños cristales alegres, relucen destellos cortantes de reclamo y, por qué no confesarlo, enojo.
Calladamente y en secreto, con el tono de la impertinencia doliente del que cree en Dios, formulo la pregunta de ¿por qué, mi Dios? ¿Por qué él y por qué tan pronto? Y cobijada en el amor infinito de mi Señor, me atrevo a hacer un lado lo qué, sin duda, sé: “Que ni la hoja se mueve sin Su Voluntad”.
Sé que es mi humanidad la que me empuja a la insensatez pues, el dolor que nace de la ausencia inesperada, se rebela a la verdad bien sabida de que, la fecha de partida de cada humano en esta tierra, está escrita con el dedo sabio del Creador.
En silencio, pido perdón por mi osadía y con lágrimas en los ojos, me atrevo a pedir una cosa más:
“Señor, una última súplica te hago. Danos la capacidad de vivir con alegría de los recuerdos que Guillermo sembró, con su presencia, en nuestra memoria. Que sea tan fuerte la carcajada de nuestro corazón, que no quede más remedio que ver pintada su evidencia en nuestros labios. Y que, aunque nuestro anhelo de sumar nuevas cosas en nuestra historia nos hagan derramar una lágrima más, te pido que el eco del pasado sea tan intenso y tan real, que su resonar nos llene de aceptación a lo que Tú decidiste para él”.

Decido encerrarme en la fantasía de mi interior. Sirvo las copas con su vino favorito. Enciendo una vela, la primera que él soplará en el nuevo espacio de la irrealidad y, entre aplausos y abrazos, brindo por él y, añadiendo buenos deseos, choco la copa por cada uno de sus hijos y sus seres amados.
¡Feliz no cumpleaños, amigo! ¡Nos seguiremos encontrando en mis sueños y recuerdos hasta que, cumpliendo con la fecha marcada para mí, yo también sea parte de ellos!

2 comentarios:

  1. Hay personas que con su sola sonrisa iluminan el lugar en el que están, sus consejos, sus palabras su magia para fotografiar abrazaban a quienes observaban su trabajo, te mando un abrazo a la distancia, sintiendo desde aquí el mismo dolor que ahora te acompaña.

    ResponderEliminar
  2. Lo extraño mucho, Lourdes y el dolor es, porque su ausencia es. Gracias por tus palabras.

    ResponderEliminar