domingo, 14 de abril de 2013

"Seis y contando: Mis respuestas"


Como alguna vez oí decir, “Cuando tenía todas las respuestas, me cambiaron las preguntas”, así me ocurrió, este año.
Tal vez, este recuento, sea lo más difícil de escribir y compartir porque, ¿a quién le gusta sentirse sin la certidumbre que algunas respuestas pueden dar? Al menos, las más elementales, siempre sirven de fundamento para que la vida no parezca la revuelta de un loco torbellino sobre el pajar a cielo abierto.
Cuando me quedé sin respuestas, entonces comprendí que había cometido un grave error: Comencé a usarlas para fundamentar mi vida y, que todas ellas, habían sido mías, sólo mías y por ende, falibles y perenes. ¿Dónde había dejado las que no cambian ni jamás cambiarán? ¿Qué pasaje de felicidad me extasió hasta dejarme sin memoria a la Verdad?
En mi mente, y embelesada con las fantasías de un futuro brillante, me aseguré las respuestas que perpetraran mi estado de anhelo por el amor y la paz en mi días.

¿Cómo terminaría mis días?, me preguntaban. Y sin dudas, respondía: De la mano de mí amado y rodeada de hijos, nietos y amigos. No me detuve entonces a pensar que, ni las relaciones ni los afectos son perpetuos, ni obligados, y que a la vuelta de cualquier viento, el amor y las presencias amadas podían hacerse espuma hasta disolverse en la gran ausencia.
¿Qué cosechas si entregas tu vida con amor y sacrificio? La contestación armada en mi mente, con anacrónica inocencia, sólo imaginaba que segaría cariño, respeto, amor y compañía. Luego recordé que, el amor ágape, el amor de la mejor sepa, no siempre recibe con reciprocidad matemática pero que, sin desaliento, igual sigue amando.
Muchas preguntas, como éstas, vivían en mi mente con la respuesta lista y firme. Pero este año, tiempo de mi desengaño, me obligó a replantear las preguntas y contestarlas con la Verdad empuñada en la mano. ¡Cuánto dolor trajo a mi corazón, reconocer cuan erradamente había dibujado el futuro con mis propias conclusiones!
Hoy por hoy, con respuestas nuevas e inamovibles, mi futuro no tiene más el sendero marcado y abandero mi caminar con un lábaro nuevo, el del amor y el perdón, ondeando frescos vientos. Ya no cargo sueños de casas llenas de risas y juegos, ya no hay velos ni oraciones en altares y no busco engaños que me aseguren que me seguirán miradas humanas, de amor y bendición.
Ahora, con la libertad frágil de la incertidumbre, voy andando con los ojos y las manos abiertas para que, de llegar algún regalo, me encuentre lista para abrazarlo, aunque nada me asegure que no serán efímeras y se volverá quimeras.
Ya los seis días no alcanzan ni para llamarle “semana”, a la espera del comienzo, así que, sin apuro y si me quieres acompañar hasta el final. . . yo te seguiré contando.

“Y si tuviera el don de profecía, 
y entendiera todos los misterios 
y todo el conocimiento,
y si tuviera toda la fe para trasladar montañas, 
pero no tengo amor, nada soy” (1 Corintios 13:2)

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