Para los que vienen atrás de mí, creo que es momento de sacarlos del
error.
Cuando escuchen que, “a los cincuentas”, ya sabes de “qué se trata
vivir” y que tienes la certeza de “hacia dónde vas”, sólo relean este resumen y
verán que no hay nada más lejos de la verdad.
En un rápido recuento, para explicar la existencia a los cincuentas,
puedo mencionar lo que sucede en mi mundo: Sobrevives la menopausia, un estado
alterado de la conciencia y un enloquecer del cuerpo; continúa el aprendizaje
sobre cómo ser padres de hijos adultos (entre el ensayo y el error, y con
muchos más errores que aciertos) y, en casos como el mío, sigo entrenándome
para desempeñar “sabiamente” el rol de abuela; comienza el preludio de la despedida
de nuestros padres ancianos y nos convertimos en su apoyo durante el proceso de
la enfermedad y la vejez; resurgen inquietudes y sueños que quedaron en pausa
durante la crianza de los hijos; para muchas, como yo, la rutina laboral del
esposo ha sido re-direccionada y, con ello, la personal sale trastocada;
entramos, como familia, a la recta final para consolidarnos financieramente y,
aunque tenemos más tiempo y experiencia, la energía, a ratos, merma.
Mi entorno, mi circunstancia y mis relaciones, a estas alturas, son
novedades con las que tengo que ensayar para aprender a sobrevivirlas
vivirlas.
Sólo una ventaja tengo sobre todo este panorama y es que. . . ¡Me
gusta el cambio y me engolosina el reto!
Así que, en este nuevo mundo en el que hoy me encuentro y que recién
estreno, a diario baila conmigo un deleitoso caos que, como testaruda lengua,
se opone a las rutinas viejas y me pasa por la vista, cual confetis de vida al vuelo, las nuevas
opciones y oportunidades.
Mi viejo mundo yace bajo los
escombros, tras el cataclismo del cambio, y como brote frágil de yerba fresca,
surge de entre los recuerdos mi nuevo mundo.
A sólo ocho días del día de estreno, me preparo para verlo aparecer y.
. . ¡Sigo contando!
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