lunes, 15 de abril de 2013

"Cinco y contando: Mis esperanzas"


Podría iniciar, escribiendo una lista interminable de cosas que quiero confiar en que ocurrirán. Mis deseos, aunque algunos han sido frustrados, una y mil veces, debo confesar, siguen vivos. Entonces, ¿no habré aprendido nada? ¿Acaso no he leído que “Es más feliz, no aquel que tiene lo que desea, sino el que menos necesita”? La frase me hace sentido y, aun así, algo no encaja.
Me detengo un momento y algo viene a mí memoria: “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, así está escrito en el libro de Hebreos. Al dar con la clave, me animo por el diagnóstico que puedo hacer de mí propia esperanza.
Si aún espero” que cosas buenas ocurran en el futuro, y que ahora se me presenta incierto, quiere decir que no he perdido la esperanza; y aunque ahora mi circunstancia no de visos de ninguna de las realidades que deseo, comprendo que, lo único puede regalarme la convicción necesaria para saber esperar, sin desesperar, es. . . la fe.
Vuelvo a emocionarme al toparme con una importante coincidencia: Mi petición a Dios, día tras día, es que haga crecer y madurar mi fe; así que, si de Él y sólo de Él depende que así ocurra, y si recuerdo que Él escucha mis solicitudes y es fiel para cumplir Sus promesas, entonces ¡mi vida tendrá el final que espero!
Cierto es, que todo es cuestión de tiempo pero, si he llegado hasta los 52, persiguiendo mis anhelos, entonces ¿no están mis esperanzas más cerca de verse cumplidas? La espera, estoy convencida, cada vez es más corta.

¡Casi siento ganas de sacudirme como los perros lanudos, tras un chapuzón, y así deshacerme de cualquier vestigio de desesperanza!
Parece que hoy, con algo más de tino, estoy aprendiendo a poner las esperanzas en las Manos correctas y ya no en aquellas personas que, de tan amadas, a veces he cargado de más “expectativas” de las que debiera.
La cuenta hasta el final se me está haciendo larga pero, como aún me queda algo que decir. . . seguiré contando.

“Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón”.

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