Cuando inicié
este blog, casi cuatro años atrás, lo hice con la promesa personal de mostrar
con honestidad y transparencia lo que una persona que transita los cincuentas
enfrenta. Aunque no sabía lo que enfrentaría –pues es un camino que yo misma
estoy recorriendo por primera vez– siempre supe que llegaría el tiempo de
hablar de temas difíciles y personales.
Y hace unas
cuantas semanas –mientras visitaba, en China, el templo de Confucio y un
experto presentaba la colección de tés e infusiones–, la introducción de una
mezcla de hierbas, conocida popularmente como “Té de los cincuentas”, llamó mi
atención. La explicación siguiente me reveló algo que yo ya sabía: El tránsito
por la quinta década es la que más presión y estrés genera en el ser humano
promedio.
El presentador
hizo un resumen simple: “Aún tenemos funciones y exigencias como padres; para
muchos, ya incluye una responsabilidad agregada en el apoyo como abuelos; y
para los más afortunados, aún tienen sus padres ancianos con ellos. Cada uno de
los roles, aunque siempre vienen aderezados de satisfacción, requiere de
nosotros un esfuerzo que el cuerpo –aunque aún cuenta con vigor y capacidades
mentales suficientes– ya empieza a resentir, pues la juventud de la edad adulta
ha quedado atrás”.
Después de la
introducción, el hombre comenzó a reseñar una lista de plantas y sus bondades
para cada uno de los órganos y sistemas del cuerpo de una persona de cincuenta
y tantos años.
Esta mañana, casi
con curiosidad infantil, volví a leer la introducción de estos escritos y no
pude evitar sonreír. Efectivamente, muchos temas que incluí tenían que ver con
la poco pomposa entrada a la década y los novedosos achaques que me aquejaron.
Más adelante, también encontré los eventos que implicaban a mis hijos y sus
problemas. Y, a lo largo de estos años, no han faltados los espacios que he
dedicado al rol más grato de mi vida: ser abuela.
Pero el ciclo de aquel experto en tés no estaría completo si no incluyo lo que este año
tiene preparado para mí y que hizo su prólogo en los últimos meses del 2014:
mis padres envejecidos y enfermos.
Inicio, casi con
temor, un capítulo cuyo final es ineludible: la despedida y la muerte.
Y tratando de
ser fiel a mi promesa, escribo para ti –el desconocido que me lee al otro de la
pantalla– lo que tal vez ya hayas vivido o, si aún no llegas a los cincuentas,
lo que puede ser tu propia historia en el futuro que te espera. Sólo espero
que, en todos los casos, te sirva para entender los retos, los dolores, las
ansiedades y los momentos en donde tu experiencia, tus creencias y tus relaciones,
se pondrán a prueba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario