lunes, 5 de enero de 2015

"LA PROMESA"

Cuando inicié este blog, casi cuatro años atrás, lo hice con la promesa personal de mostrar con honestidad y transparencia lo que una persona que transita los cincuentas enfrenta. Aunque no sabía lo que enfrentaría –pues es un camino que yo misma estoy recorriendo por primera vez– siempre supe que llegaría el tiempo de hablar de temas difíciles y personales.
Y hace unas cuantas semanas –mientras visitaba, en China, el templo de Confucio y un experto presentaba la colección de tés e infusiones–, la introducción de una mezcla de hierbas, conocida popularmente como “Té de los cincuentas”, llamó mi atención. La explicación siguiente me reveló algo que yo ya sabía: El tránsito por la quinta década es la que más presión y estrés genera en el ser humano promedio.
El presentador hizo un resumen simple: “Aún tenemos funciones y exigencias como padres; para muchos, ya incluye una responsabilidad agregada en el apoyo como abuelos; y para los más afortunados, aún tienen sus padres ancianos con ellos. Cada uno de los roles, aunque siempre vienen aderezados de satisfacción, requiere de nosotros un esfuerzo que el cuerpo –aunque aún cuenta con vigor y capacidades mentales suficientes– ya empieza a resentir, pues la juventud de la edad adulta ha quedado atrás”.
Después de la introducción, el hombre comenzó a reseñar una lista de plantas y sus bondades para cada uno de los órganos y sistemas del cuerpo de una persona de cincuenta y tantos años.
Esta mañana, casi con curiosidad infantil, volví a leer la introducción de estos escritos y no pude evitar sonreír. Efectivamente, muchos temas que incluí tenían que ver con la poco pomposa entrada a la década y los novedosos achaques que me aquejaron. Más adelante, también encontré los eventos que implicaban a mis hijos y sus problemas. Y, a lo largo de estos años, no han faltados los espacios que he dedicado al rol más grato de mi vida: ser abuela.
Pero el ciclo de aquel experto en tés no estaría completo si no incluyo lo que este año tiene preparado para mí y que hizo su prólogo en los últimos meses del 2014: mis padres envejecidos y enfermos.

Inicio, casi con temor, un capítulo cuyo final es ineludible: la despedida y la muerte.

Y tratando de ser fiel a mi promesa, escribo para ti –el desconocido que me lee al otro de la pantalla– lo que tal vez ya hayas vivido o, si aún no llegas a los cincuentas, lo que puede ser tu propia historia en el futuro que te espera. Sólo espero que, en todos los casos, te sirva para entender los retos, los dolores, las ansiedades y los momentos en donde tu experiencia, tus creencias y tus relaciones, se pondrán a prueba.

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