Al igual que cuando aplicamos pesticidas en un sembradío para obtener
una mejor cosecha, he llegado a la conclusión
de que, para lograr los mejores frutos de mí propia vida, debo erradicar
cualquier parásito, abrojo o plaga que la esté minando.
Es por eso que, al igual que se inaugura una temporada de caza, yo he
decidido iniciar una campaña preventiva y correctiva contra las
plagas que pueden estar afectando mi alma y así evitar que enturbien mi vida y
la vida de los demás a mi alrededor.
Antes de iniciar la labor, reflexiono y reviso para tener un
diagnóstico. La lista, para mi sorpresa, es suficientemente larga como para reconocer
que aún quedan muchas áreas susceptibles de mejorar y optimizar.
Con la notoriedad de un barro en la punta de la nariz, aparece en el
espejo la primera plaga, una tendencia constante en mi diario vivir: El
perfeccionismo. Y descubro que, con gran facilidad, la confundo con la búsqueda
de la excelencia. Esa excelencia, a mi manera de ver, es legítima y me impulsa
a esforzarme para desarrollar mis dones y capacidades. Pero, ¿qué ocurre cuando
alzo la vara frente a mi prójimo? Y, ¿qué le ocurre a mi prójimo y a mis
relaciones cuando les impongo el mismo estándar que me aplico a mí misma?
Las respuestas me llevan a la palabra “expectativas” y ésta me conduce
a “decepción”. Además de que es absurdo
que quiera empujar a otros sobre los que no tengo ni debo tener control, la
frustración se añade a la ecuación, produciendo tensión a la convivencia.
¿Cuál será entonces la receta para erradicar semejante plaga?
Mi primer remedio, y que creo puede ser efectivo, incluye el
discernimiento para reconocer mis móviles. Poder saber la razón de mi esfuerzo,
me podrá ayudar a identificar si lo hago movida por un ego que pretende demostrar,
compitiendo, o si es la sana intención de hacer las cosas lo mejor posible por un fin lógico y útil, y al servicio de otros.
Una vez clasificado el motivo, el siguiente paso es una revisión
periódica a través del cuestionamiento honesto: ¿El reto es tuyo y solamente
tuyo? ¿O estás trasladándolo a alguien que no tiene obligación de cumplirlo?
La aplicación de las medidas correctivas parece simple y es un buen
propósito para este año pero, como dicen por ahí. . . “Del dicho al hecho, hay
un buen trecho”.
Aun así, ¡vale la pena intentarlo! ¡Suerte en mi empresa pues hay mucho por hacer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario