Si, como un milagro, la enorme Mano borrara el nombre del día en el
calendario, hoy me escabulliría en un capullo para urdir fantasías.
Pondría alas a mi mente para dibujar anhelos en el aire y, con
minucioso descuido, puntearía mis ilusiones en los vientos del futuro.
Si hoy pudiera evitar la realidad, me refugiaría bajo las sábanas con una
lámpara de mano para formar con sombras mi propia
realidad; esa con la que me gustaría cubrir, como disfraz de mascarada, aquello
que me es difícil de aceptar.
Pero el sol persigue el cenit en el cielo y, mi reloj, me apura para
cumplir con la exigente agenda. ¡A vivir, perezosa!, me repite en su tic-tac.
Aún así, al menos por este instante, burlé el chasquido de su látigo y
jugué en mi mente con la idea de que, la enorme Mano, había borrado el nombre
del día en el calendario y me escabullía en un capullo para urdir mis
fantasías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario