"Un país, una civilización
se puede juzgar
por la forma en que trata a sus animales." Gandhi
Su diminuto cuerpo parece evaporarse con sus inspiraciones rápidas y
cortas.
Las horas, en la oscuridad, se alargan al ver a esta pequeña criatura debatiéndose
para lograr la siguiente inspiración y, al verla tan frágil, mis preguntas y
reclamos se alborotan.
Nadie sabe su origen ni su edad. Su historia, para el mundo, inicia en
el momento en que, una conciencia, endurecida e indiferente a su futuro, lo
abandona.
¿Qué pensaría su dueño si viera su cuerpecito agitado y débil? ¿Sería
su corazón capaz de sentir ternura o compasión al ver su sufrimiento?
Lo arropo y me sobra tela al envolverlo. Lo recuesto sobre mi pecho
para que, su pequeño corazón, siga el latir del mío y luche por su vida. Su
pelaje algodonado se esponja al sentir la caricia de mi dedo. ¿Recordará los
breves días en que su madre lo limpió y acunó entre sus patitas?
Te acaricio, una y otra vez, con obsesivo cariño. Casi como un intento
de borrar, con cada roce, el recuerdo de tu abandono. Si has de morir conmigo,
minino, te sentirás, hasta el último momento, amado.
La vida se te va escapando. Te separo de mi lecho y, aún a rastras,
vuelves para sentirme de nuevo. ¿Imaginará aquel que te arrojó al desamparo que
te gustan las caricias? ¿Pensará, por un momento, que necesitabas cobijos y
cuidados? ¿Llegarán a su mente las imágenes de dolor que yo tengo ante mis
ojos?
Pequeñito de bigotes blancos, sé que tus ojitos verdes se están durmiendo.
Sé que la batalla está por terminar y la estamos perdiendo. Aun así,
chiquitito, te mantengo a mi lado y espero pues, ¿no es siempre en el último
instante que ocurren los milagros?
La medicina me es ajena y de
gatitos poco entiendo. Pero, igual, yo tengo un diagnóstico que hacer. En tu
acta de defunción, de mi puño y letra escribiré: Este gatito sin nombre ha muerto por la crueldad, la
irresponsabilidad y la negligencia de quienes lo abandonaron. Sobre ellos quede
el saldo de su dolor y de su muerte.
“Y Dios dijo: Que tenga dominio sobre los peces del mar. . . sobre los
animales domésticos. . .” Génesis 1:26b (¿Y es así como lo hacemos?)
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