¿Qué ocurrió en la llamada “Guerra
fría”?
Ante el conflicto ideológico de dos
bloques de naciones, ninguno de los dos tomó nunca acciones directas contra el
otro. A pesar de ello, la tensión y el conflicto fueron el origen de grandes
cambios a nivel mundial –algunos de ellos, en absoluto benéficos para las
naciones.
Aunque
todo eso es algo del pasado, yo creo que esa fórmula de pelear está vigente –en
el plano individual – hasta nuestros días. Y una de sus armas más poderosas y
destructivas sigue siendo. . . EL SILENCIO.
Basta
observar a una pareja convivir cuando los rencores e idea de lo que la
felicidad es, para uno y para otro, y notaremos que un aparentemente
civilizado silencio se levanta entre ellos tan alto como el muro de Berlín.
En esos
momentos, la agresión es letal. Sin gritos, envían bombas con mensajes tan
destructivos como: “no me importas”, “no eres valioso”, “no confío más en ti” y
hasta un ponzoñoso aguijón de duda con un “tal vez ya no te amo más”.
El halo
de graduada indiferencia, igual que las radiaciones tras un bombardeo nuclear,
van deformando la relación original, obligándola a mutar y convertirse en un
triste y cotidiano “sobrevivamos”.
¡Qué
cruel puede ser el silencio sin paz y sin buena voluntad!
Creo que,
si nos atreviéramos a confesar el dolor que una lanza de silencio nos provoca,
nuestro agresor, incluso por compasión o memoria del amor, jamás la lanzaría.
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