Soy abuela y ¡RENUNCIO¡. . .
. . . A un peinado impecable, por un buen chapuzón en la
piscina.
. . . Al maquillaje de moda, por un diseño con brillantinas de
mi nieta.
. . . A la ensalada y los cereales, por una mordida de la
paleta chupada de mi nieto.
. . . Al descanso en vacaciones, por el alboroto de mis
nietos tras las olas.
. . . Al manicure y las pestañas, por la arena del castillo
en la playa, bajo las uñas.
. . . A los conciertos y el teatro, por una matineé con
marionetas.
. . . A las tardes de lectura, por los columpios en el
parque.
. . . A la conversación de sobremesa, por caritas sonrientes
ante una mesa con migajas.
. . . Al jacuzzi y vino tinto, por una tina con juguetes y
tres niños.
Sí, por ser abuela de mis nietos y compartir su vida, renuncio
a una vida llena de cosas que no importan, para tejer, junto con ellos, la capa
de memorias con el que mis pequeños resguardarán los recuerdos de su infancia y
con el que yo calentaré mis tiempos de vejez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario