Hoy sé que leeré muchas frases que hablarán de las hermosas cualidades
de las mujeres: Su privilegio de ser madres, su capacidad de entrega y
sacrificio, y todo aquello que, si bien estoy de acuerdo, también creo que es
motivo de aclaración.
Nuestro “cableado”, en esencia, contempla todas esas posibilidades por
diseño. Conozco a mujeres que se han ganado mi admiración por la entereza con
la que enfrentan la adversidad de la enfermedad en uno de sus hijos; y otras
que, cumpliendo su promesa de “en la riqueza y en la pobreza”, apoyan a un
esposo desempleado por años y años. Y qué decir de las que, viendo como el
compañero parte del hogar bajo el argumento de perseguir sus sueños, se
levantan para redoblar esfuerzos y asumir el rol de padre-madre para sobrevivir
un presente y forjar un futuro para sus hijos.
Y ¿quién no conoce a una madre gestante que sobrelleva los nueve meses
postrada y extremando cuidados, por el bien del hijo que aún no conoce pero que
ya ama de antemano? O de aquella joven que, doblando turnos y estudiando, se
prepara y se supera para abrirse camino más allá de la predestinación de su
origen.
Los ejemplos de mujeres dignos de aplauso son interminables pero, aquí
me defiendo de las generalidades, no todas echan mano de la fortaleza,
capacidad de amor y sacrificio, sabiduría o aprecio por el privilegio de la
maternidad. Si así fuera, ¿no sería ociosa la alabanza?
Es día de la mujer y motivo de enorme celebración para nosotras, pero
me levanto del asiento para reconocer a aquellas que, por opción y decisión,
honran a nuestro género con ejemplos a la humanidad invaluables.
Más allá del labial, los tacones y la medida de nuestra cintura, somos
motivo de celebración por la calidad humana que demostramos, día a día.
¡APLAUSO Y HONRA A TODAS USTEDES, MUJERES Y HEROÍNAS!
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