Si. Ahora todos
somos adultos. Hemos ejercido el rol de padres y formado una familia. En la
parte profesional, nos desenvolvemos con más experiencia y, en mi caso, tengo
tres pequeños que me llaman abuela. Es cierto, dejamos el nido paterno hace
varias décadas y todos somos adultos maduros independientes.
Y también es
cierto que –estrenándonos en la nueva condición de huérfanos de padre– la vida
nos ha abierto espacios donde nos corresponde acompañar, proteger y proveer
seguridad a nuestra madre anciana. Cada uno de nosotros –aportando sus mejores
dones– ve por ella para garantizarle amor, compañía y bienestar en su condición
de viuda.
Sin embargo,
hay momentos en que mi mami es eso. . . mi mami.
Es durante unos
segundos que el tiempo y la edad pierden autoridad, y yo llego a ella sin
necesidad de dar explicaciones o justificaciones. Sólo somos madre e hija –atemporales
y ligadas–, como comenzamos a serlo desde que yo nací y ella me tuvo en sus
brazos.
Entonces, me dejo
abrazar por ella. Aunque ahora su cuerpo se ha vuelto pequeño y sus manos ya no
son fuertes, mi alma de niña se deja arropar y consolar de todas aquellas cosas
que no tengo que contarle para saber que me entiende. En ese abrazo, su cariño
me envuelve, llora conmigo y me cuida, como si con ello pusiera una curación a
las rodillas de mi alma y secara las lágrimas de mi corazón.
A nuestro
alrededor, habrá quien no entienda aún que el abrazo de mamá es el único
refugio que aún tenemos como adultos y que –sin importar mi edad ni la de mi
madre– su protección y su cariño me son indispensables para continuar el viaje.
Tal vez aún no comprende que –los brazos de mi mami– son la parada donde
recibo mi dotación de amor incondicional y confianza para volver a enfrentarme
a los retos de mi vida.
Así que, cuando
nos veas abrazadas y mi mami te parezca frágil; o cuando me veas prolongar ese
abrazo y notes que sus lágrimas se mezclan con las mías, no te alarmes, no te
angusties porque tal vez –ese y sólo ese abrazo– sea el único lugar que me
quede para retomar mis fuerzas de niña y mantenerme de pie como mujer adulta.
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